La verdadera poesía, nunca es terrorífica. Es intuido mensaje de belleza.

Literatura espeluznante es, en cambio, la de Edgar Alan Poe por citar un ejemplo. Este autor escribía bien, pero su nombre de familia se quedó a medio camino. Le falta una sílaba para llegar al esplendor de la esperanza y la poesía. ¡Ah, si se hubiera llamado poe-ta!

Los poetas penetran por los resquicios luminosos de la realidad, aunque ésta sea oscura. Saben de las sutilezas del Espíritu que tiende a la felicidad con la posesión del bien. Saben de los resplandores ocultos y tiernos de las cosas.

RE, como una contribución a la paz entre las gentes y a la exultante alegría de existir, dedica este número a la poesía. Ella es uno de los mayores dones que sen han entregado a los seres humanos.

Sepamos todos ser un poco poetas, cuerdos y a la vez gozosamente como enloquecidos por el «entusiasmo». Entresoñando. Entrecerrando un poco los ojos para vencer el deslumbramiento de la realidad próxima y, así, descubrir su significación profunda, su belleza irisada, su mansa entrega. El pálpito de amor que late en cada circunstancia: una estrella o una flor, una sonrisa, un moribundo o hasta en los que nos odian en vez de olvidarnos.

Poesía es, sencillamente, amar el Universo porque existe y así, hermanados con todas las cosas en el ser, comprenderlo y admirarlo un poco más.

Alfredo Rubio de Castarlenas

Publicado en:
Revista RE, segunda etapa, Nº 10, mayo de 1990.

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