Hace un par de Coloquios hablamos sobre el dolor. Ciertamente el dolor es un tema presente y permanente en el devenir del hombre. En aquellos Coloquios se intentaba dar alguna luz desde «la evidencia del mal».

Más tarde, en los coloquios de 1994 sobre la Fe y la Razón, se abordó de nuevo el tema porque nos habíamos dado cuenta de que, con todo lo dicho sobre el dolor hasta entonces, quedaba aún su problemática muy alicorta.

¿Y en los actuales? El dolor estúpido es un necesario aspecto para completar la comprensión global de las distintas facetas del dolor. ¡Y cuán grande es la superficie que, en este campo del dolor, ocupa el dolor estúpido! Como su adjetivo indica, esta modalidad del dolor es propia de seres inteligentes y limitados. Sólo el hombre puede ser estúpido.

Así vemos, pues, que en estos XVIII Coloquios vamos a tratar no del dolor que es fruto de nuestras limitaciones de ser contingente, o del misterioso dolor que Dios permite, sino del imbécil dolor que los seres humanos nos producimos sin razones, objetivos, explicaciones, ni sentido ninguno.

¡Y qué amplio es, en sus envidias, celos, masoquismos, sadismos, prepotencias y tantos malos orgullos! Todos causados de la manera más estéril por nuestra mano y por nuestro corazón.

El dolor heroico al servicio de los demás nos causa admiración. El dolor por amor es sublime. Ese otro dolor estúpido tan baldío, estéril, nos hace llorar.

Alfredo Rubio de Castarlenas

Publicado en:
Revista RE, Época 4, Nº 38, Julio de 1996.
Propuesta para el coloquio de la XVIII Cena Hora Europea.

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