Realmente lo que ha pasado esta mañana ha sido muy hermoso. Ya nos sorprendía que estuviera aquí Antonio Rojas, que también él debe todo su “currículum vitae” posterior a su ida a España al rumbo que le dio la madre Asunción, como pasaba con Javier. Yo le he dedicado un libro en este conclave en Chile de devotos de la madre Asunción, tan amiga de Tante, a él que también ha escrito un itinerario espiritual muy hermoso y que nos va a dar el próximo domingo. Pero –lo que son las coincidencias– de la misma manera que el día en que murió la madre Asunción, es cuando nombraron vicario de la parroquia de la madre Asunción en Barcelona a Ayora, con lo cual hizo el entierro. Aquí también resulta que este médico es médico de Chuquita Mata, y fíjate qué casualidad de que él sea médico allí, conociendo el terreno perfectamente de las parroquias donde está él. Y además fue el médico que intervino en los que se escondieron en la Iglesia de Javier para hacer la huelga del hambre. Realmente son cosas tan hermosas y con tanta sintonía de pareceres…, y encontrarnos aquí. Pues no cabe duda de que esto es todo obra de la madre Asunción.
Precisamente, dice la gente, algunos, que les gustaría escuchar a Dios, pero que no le oyen. Es lo que decíamos alguna vez, que, si yo oigo hablar a chinos sin verlos, me creo que son pájaros que cantan, no me entero de nada. Tengo que aprender chino y ¡claro que hablaré como un chino! Tengo que aprender el lenguaje de Dios, y entonces ya podré entenderme con Dios.
¿Cuál es el lenguaje de Dios? Hay dos. Uno el de las evidencias racionales, las evidencias. Ahí está la sabiduría de Dios. Lo que es evidente es evidente. Y en eso se basa el realismo existencial, en las evidencias. Yo nunca quiero un realismo existencial en que una cosa que digo lo crean porque lo digo yo o lo diga otro. No. Es evidente, si unos padres no se conocen y tienen unos hijos…; eso es evidente.
Y el lenguaje de Dios, éste ya es, no en lo natural sino en lo sobrenatural, cuando causas que no tienen nada que ver unas con otras, resulta que provocan en un punto aquí y ahora, un signo que para mí es el más claro en un problema que tenga, en una situación que me encuentre. Y en ese momento se configura ese signo, para mí el más claro, hecho por causas que no tienen nada que ver una con otra, y convergen en este punto… Es cosa de Dios, que está por encima de todas las causas y las maneja como quiere para su causa absolutamente diferente. Por eso el punto de hoy en que yo conocía a este médico, que ha podido venir aquí a esta hora, nos hemos reunido… todo esto ha convergido en un punto que para nosotros es un hecho evidente de la providencia intercesora de la madre Asunción, a la que todos debíamos tanto. Eso es lenguaje de Dios, eso en el plano sobrenatural también es evidente, como son las evidencias en el plano natural. Hay que aprender chino. Y entonces uno escucha a Dios y entiende, no sólo es música de pájaros, sino que es una música inteligible entonces para nuestro corazón.
Pues demos gracias a Dios en esta Eucaristía y recordemos a la madre Asunción, para que siga siendo intercesora.
Alfredo Rubio de Castarlenas
Homilía de 11 de Marzo de 1991 en Chile