… y eso pasa siempre así; van a los apóstoles y no les creen, hasta que no se aparece…, ni Tomás, etc. A esas mujeres que las hace apóstoles de los apóstoles. María no va. María, que estuvo al pie de la cruz, no va a acompañarlas. Ella es la Claraesperanza, es la única que tiene la fe absolutamente encendida, sabe que Cristo va a resucitar, como lo había dicho. Lo entiende, lo sabe, no se mueve. Es ya Nuestra Señora de la Alegría. La esperanza siempre produce alegría. Cuando vio a Jesús antes que estas mujeres que nos enseña el Evangelio, Nuestra Señora de la Alegría.

 

Les contaba yo a algunos que estás apariciones de la Virgen, que parecen que son tan serias como las de Lourdes y como las de Fátima, ya llevan millones de personas yendo allí, grandes conversiones, milagros. Bueno, ¿y qué dice la Virgen en estas apariciones? Es bien curioso. Así como en Fátima, en Lourdes, estaba triste pidiendo por la conversión del mundo, la conversión de Rusia, pues ahora que parece que el mundo está tan mal, en esas apariciones la Virgen siempre está alegre, está contentísima. Dicen las que la ven que en algunos momentos está tan contenta que parece que se va a poner a bailar de contenta que está, de alegre, y transmite alegría en sus mensajes, como si dijera un poco: gracias a Dios por la penitencia que las gentes cristianas buenas han hecho desde Lourdes, desde Fátima, ya se van a recoger ahora los frutos, una conversión de Rusia, y muchas gentes que bajarán como Longinos desde esa montaña en que creían que mataban tantas cosas, bajarán diciendo: Señor, Señor, dándose golpes de corazón y convirtiéndose al amor cada vez que ni la venganza ni los odios, ni siquiera la justicia sirven para poner paz y un poco de gozo en el corazón de los hombres.

La Virgen está contenta, ¡qué alegre! Esa Virgen que, nadie se explica por qué, cuando estaba triste en Lourdes y en Fátima, pedía penitencia, penitencia, penitencia a todo el mundo, e iba de blanco. Y nadie sabe por qué ahora, que está tan contenta, va de gris, y de un gris tirando a claro. Esta Virgen que dice que no hay que rezar con palabras, así taca, taca… no, no, hay que rezar con palabras, sí, pero hay que rezar sintiendo lo que se dice, sintiéndolo, teniendo vivencia, y digo: Padre mío que estás en los Cielos. Lo importante no es decir estas palabras, lo importante es que yo sienta que realmente Dios es Padre amigo mío, que rezar es sentirle. Y el consejo que da esta Virgen a la gente, a los laicos, es que lo mejor que pueden hacer para ser cristianos, la práctica mejor, son tres horas de soledad y silencio cada día. Yo cuando leí eso por poco me desmayo, y dije: bueno, entonces, si a los que van a ser curas, o consagradas claraeulalias les pido cuatro, pues bien está que diga una hora más; eso es para los laicos: tres. Oír a la Virgen que dice esto, realmente es bien sorprendente.

Y Nuestra Señora de la Alegría se aparecía allí en un monte, y alguien hizo una fotografía en que salió el monte, los arbustos del sol poniéndose, y salió la Virgen, muy clara, transparente, pero clara. Yo no he visto rostro de mujer más bello que la Virgen en esta fotografía misteriosa. Bien, Alberto también la vio. Claro, uno se pone a pensar mal, y puede decir que eso podía ser un fotomontaje, o sea, que alguien pintara sobre una cosa transparente, un cristal, una gasa…, esta silueta maravillosa, esta cara de la Virgen impresionante, y después superponerla a la fotografía de la montaña verdaderamente. Y bien, pensando mal, podía ser un fotomontaje. Pero hete aquí que tiene la Virgen aquí, en el hombro izquierdo algo que realmente, si fuera un fotomontaje, a nadie se le ocurriría poner esto, a nadie, a ningún fotógrafo. ¿y que es esto que, Alberto, con ese carácter que tiene que es como santo Tomás -que si no veo no creo, si no pongo los dedos no creo-, pues se quedó pálido? ¿Qué es? Una cruz de santa Eulalia; que nadie además ha comentado, a nadie le ha extrañado, nadie se ha preocupado de… qué es esto, nadie; pero ahí está. De manera que Nuestra Señora de la Alegría.

 

Pues bien, decía José Ignacio: pero si hoy no es la víspera de Pascua, eso fue ayer noche, ¿por qué la celebramos hoy también? Pues mira, ayer noche la celebramos en honor de Nuestro Señor Resucitado, y hoy celebramos esta víspera en honor de la Virgen María, de Santa María de la Alegría, que es la misma fiesta, o sea, la pascua de Nuestra señora de la Alegría; pero de la misma manera que hoy no hemos podido rezar la misa del entierro del párroco de la Concepción porque era domingo de Pascua, nada más hemos hecho unas oraciones de exequias, pero la misa la trasladamos al miércoles; pues la misa de Nuestra Señora de la Alegría tampoco la celebramos hoy, sino el lunes, pero es hoy, pero ese señor se ha muerto hoy, no se ha muerto el miércoles, pero la misa… Nuestra Señora de la Alegría es hoy, pero la víspera es ahora y la fiesta es mañana, y repetimos la víspera en honor de María, que es la misma cosa: Nuestra Señora de la Alegría.

 

Bien, pues que Nuestra Señora de la Alegría nos llene el corazón de gozo…

 

Alfredo Rubio de Castarlenas

Homilía de 3 DE ABRIL DE 1988 en General Vives, Barcelona

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