Esta mañana cuando estaba pensando un poco en la cartuja sobre esta reunión de la que hace días estamos hablando, y habían ido surgiendo algunas ideas, las tenía apuntadas; pero esta mañana me dije de pensar y ponerlas un poco así. Pero estaban al lado los escritos de Tante, de los que veía que habría que copiarlos y fotocopiarlos y, así, poderlos imprimir de alguna manera y dároslos. He abierto y he cogido lo primero que me ha salido: una hojita de block pequeña, que no sé cuándo lo habrá escrito Tante, pero ya papel viejo, se ve que tiene años, incluso escrito con lápiz, con lo cual hay que tener cuidado de que no se borre. Muy breve decía tres cosas. Y pensé: ¡qué bonito!, podíamos empezar así, aprovechar esto para la homilía, y todo lo que tenemos apuntado lo iremos diciendo luego. Dice así Tante de su puño y letra: la caridad siempre es un milagro. Que la caridad es algo sobrenatural, sobre todas nuestras fuerzas. La caridad siempre es un milagro. Y deja un espacio en blanco y añade: los frutos de la caridad son, a su vez, causa de maravilla. O sea que los frutos de la caridad también son causa de maravilla, o sea de sorpresa, de pasmo de los que lo ven. Otro espacio en blanco y añade, y aquí es la idea más tremenda: Morir es practicar la caridad con Dios (por unirse en La cruz con Cristo). Claro que es un milagro, y que una muerte así produce maravillas, al ver cómo se muere en caridad. ¡Practicar la caridad con Dios!

Estáis aquí los que de alguna manera tenéis una responsabilidad muy directa e importante con las obras de apostolado de la Casa, casitas, cosas. Pues este evangelio nos viene muy bien, nos da mucha fe y mucho aliento la transformación del agua en vino. Sabéis vosotros lo que esas ánforas de agua significaban en el Viejo Testamento, incluso los diez mandamientos de Moisés, y cómo Cristo las trasforma en vino generoso, en vino bueno de caridad, de amor. En esa transformación –que esto lo habéis estudiado vosotros más recientemente que yo– nos da fe de que con la caridad de Dios ocurre el milagro, el milagro de transformación de todos nuestros afanes, de todas nuestras fuerzas que ponemos, pero nuestras, por tanto, muy limitadas. La caridad es un milagro y produce frutos que dan maravilla, y que nos enseñarán a lo largo de la vida a poder morir haciendo este acto de caridad con Dios que dice Tante tan impresionante. Es que los escritos de Tante son “telegramáticos”, y al leerlos se descubre la Tante que no hablaba, la Tante que se lo guardaba para ella, y que esas cosas no las decía; Tante escuchaba y no se atrevía a decir estas cosas.

En la homilía nada más deciros que estoy muy contento de estar aquí en este momento y con vosotros. Y supongo que vosotros también, porque es un encuentro de los que, por ejemplo, José Luis tanto suspiraba, es decir: ¿Cuándo la gente de Casa haremos un ratito sosegado de cartuja media, de estar contentos de estar juntos?, y eso es lo fundamental. Claro que lo de hoy es una cartuja media un poco especial, porque es una cartuja media de los que tienen un peso en sus espaldas de la economía, y nos reunimos aquí para, conjuntamente y teniendo por centro a Cristo Eucarístico, ve todos los esfuerzos que habéis hecho hasta ahora, y los que estáis dispuestos a seguir haciendo; pues bueno, Él es nuestro consuelo, nuestra fe, y qué contentos estamos de estar reunidos. Ha venido desde Madrid un grupo corriendo para poder estar aquí, y los demás habéis dejado seguramente muchos compromisos, muchas cosas para poder estar aquí. Y Joe, que no puede estar aquí porque está en misión precisamente en Granada, ha dejado 10.000 pesetas de multa porque se tomó en serio la broma de Assumpta –que no está mal que se lo tome en serio la gente, ja, ja…–, pero ha pedido que se le grabe. Esperemos –eso ya lo hablaremos después– que con este milagro de la presencia eucarística de Cristo en esa cartuja media de la alegría de estar juntos –como se dice en el salmo, de ser unos y caminar con alegría a la Casa del Señor, etc.–, estar contentos; por lo tanto, con gran fe, con gran esperanza y con gran caridad, nos abandonamos todos en manos de Cristo y, por tanto, Él nos iluminará. Pues bien, paz y alegría.

 

Juan Miguel. – Quería decir dos pequeñas cosas. Me parece, no estoy seguro, que hemos escogido para celebrar la misa de la Divina Providencia, María Madre de la Providencia. Dice aquí que en el año 1744 el papa concedió a la congregación de clérigos regulares de San Pablo, los barnabitas, la misa en honor de Santa María Virgen Madre de la Divina Providencia. Pero es que hoy me parece que es la fiesta del fundador de los barnabitas, san Antonio María Zacarías, y lo tengo que confirmar en el breviario, pero puede que por pura casualidad nos haya salido el fundador de los clérigos de san Pablo, que son los de la Madre de la Divina Providencia, por eso hay esos textos en que María es providente, empuja a que Jesús haga ese milagro. Eso saberlo, por un lado.

Por otro lado, ya estamos en la semana de celebración de los 70 años de Alfredo. Ayer se le dio un regalo de una camiseta de la Universidad de Pontificia donde estudió hace 40 o 30 años. Es amarilla. Acaban de editar las primeras camisetas de la Universidad Pontificia, ya te buscaré una Juan, y hoy te traemos el segundo regalo de la semana. A ver si luego cada día le dais algo. [Se le regala un ejemplar del Itinerario, fotocopiado para su archivo.]

 

Alfredo.- Como paso para continuar la misa y como puente a lo que luego diremos, diré y dirá Juan Miguel, pero abriendo coloquio, o sea que luego es cuestión de que aportemos aquí lo nuestro, pero como puente, digo, al ver este jarrón tan hermoso que habéis preparado, con esa hierba verde, con una florecita abajo –no sé quién lo habrá hecho–, con esta espuma de flores que lo rodea, estas margaritas…, me recuerda el cuadro famosísimo de van Gogh de los lirios, que es el cuadro más caro que se ha vendido en el mundo, y en la prensa creo recordar que son 9.000 millones de pesetas. Espero un día también los cuadros de Forcada alcancen esos niveles de subasta.

Bien. Acordaos de esto, de este santo y seña, podíamos decir, que sirve para que se abran las puertas del castillo, santo y seña, pues acordémonos de esto: van Gogh, para pasar luego a partir de ese santo y seña a lo que, un poco, hemos de decir después. [Se refiere a las charlas sobre economía trascritas en ECON-1.]

 

Alfredo Rubio de Castarlenas

Homilía de 5 de Julio de 1989 en Modolell

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