… tiene dos partes: una que Él se dirige primero a Dios Padre y habla con Él, y le dice unas cosas que ahora recordaremos otra vez; y luego se dirige a la gente y les dice lo que está a continuación.

 

¿Qué es lo que dice a Dios Padre? «Te doy gracias, Padre, Señor de Cielo y Tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla.» O sea, Dios Padre ha revelado, ¿Qué cosas?, ya veremos, a la gente sencilla. Y ¿Cómo se lo ha revelado? Eso se lo va explicar Jesús a continuación a la gente que le escucha. Les dice: «Todo me lo ha entregado mi Padre –todo, a mí–, y nadie conoce al Hijo más que el Padre…» O sea, el Padre es el que me conoce a mí y me lo ha entregado todo. «… y nadie conoce al Padre sino el Hijo –que soy Yo–.» Y Yo revelo lo que me ha dado el Padre. Y entonces, la gente que conoce esa Revelación, también puede conocer al Padre. «… y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar.» Está claro eso, o sea, que Dios Padre quiere revelar a los sencillos, a la gente sencilla, y lo hace mediante su Hijo Unigénito Jesús.

 

Entonces Jesús, ¿Qué les dice a ellos? Venid a mí pues porque yo soy la única fuente de Revelación del Padre al mundo… «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y Yo os aliviaré.» Porque os voy a dar a conocer todos estos secretos del Padre que son luz, alegría, esperanza, que son el fundamento de nuestro ser, os los voy a dar a conocer, y además tengo Yo el poder también, todo el poder de Dios Padre para ayudaros, por lo tanto, venid todos los que estáis cansados y agobiados y Yo os aliviaré. ¡No tengáis miedo! «… cargad con mi yugo y aprended de mí.» El yugo, para la gente de entonces, eran las obligaciones, era la ley, eran las ordenanzas que recibían, ése era el yugo. ¡No tengáis miedo!, cargad mi yugo y aprended de mí, aprended de mí porque soy el primero en cumplir esas ordenanzas que os voy a dar. Cosa ésta que no pasa con los legisladores, no pasa con mucha gente que mandan, que mandan, pero ellos se consideran un poco exentos de aquéllos a los que mandan, hacen cargar muchas obligaciones en los súbditos, les hacen pagar muchos tributos, los emplean para la guerra que es para la gloria del que manda, etc., muchas cosas. No, Cristo es el primero en cumplir aquello que va a mandar.

 

Y, por otra parte, ¿Qué es lo que va a mandar? Sed perfectos como Dios Padre es perfecto, es decir, amar a todo el mundo, incluso a los enemigos; amaos los unos a los otros como Yo os amo, y así, si tenéis un corazón que sólo sabe amar, que ama a los amigos, pero que como sólo sabe amar, incluso ama a los enemigos porque no puede hacer otra cosa, no sabe hacer otra cosa; entonces es como se puede ser uno con los demás, uno con Cristo, uno con Cristo y con el Padre. Es el milagro del amor que hace que seamos un solo corazón. Éste es el mandato. Si fueran otros mandatos muy difíciles, sería una dura carga quizá la que Cristo nos impusiera, pero si lo que nos manda únicamente es que nos amemos, que no sepamos otra cosa más que amar, que no sepamos hacer otra cosa, por lo tanto perdonar setenta veces siete, olvidar cuando la gente quiere hacer la paz, y ya olvidar las injurias que nos han hecho, volver a ser amigos y seguir amando aunque alguno se vuelva enemigo, es asunto suyo, allá él, allá ella, tendrá dos trabajos; uno sigue amando, porque no sabe, no puede hacer otra cosa.

 

Bien, éste es el mandamiento de Jesús que, como vemos, es muy ligero, es muy suave. «Cargad con mi yugo y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón», que no creo que la violencia arregle nada, sino que empeora todo; y soy humilde, estoy contento con existir, con ser lo que uno es, un ser humano, con tener esta vida, sabiéndonos que somos amigos de Dios, ¡oh, esto ya llena todas mis aspiraciones, las colma!, más allá ya no soy ambicioso, es por añadidura, lo demás es por añadidura. Y si uno está centrado en esa humildad óntica de estar contento con lo que uno es, y uno trabajando y desarrollando sus talentos, claro está, puede llegar a ser a ocurrir que hay que multiplicar los talentos que uno ha recibido, pero mi ambición no pasa más allá de lo que realmente soy y puedo ser, no tengo vanos sueños, no me engrío, no me hago orgulloso ni caigo en la tontería de la vanidad, soy humilde de verdad –y la humildad es la verdad–. Si soy manso y humilde es como encontraré mi descanso.

 

Dice Jesús: «Así encontraréis vuestro descanso.» El que no es humilde, el que no es manso, ciertamente no puede descansar, se le va toda la actividad detrás de su ambición que nunca puede lograr, porque es más allá de sus fuerzas. El que cree en la violencia, ha de estar siempre permanentemente en la violencia, porque si deja de estar en ella lo pierde todo, y, además, cuanta más violencia, más enemigos y más tiene que luchar, no tiene descanso. El que es manso y es humilde, es que está en el descanso reclinado en el corazón de Jesús. «Mi yugo es llevadero y mi carga es ligera», termina otra vez.

 

Hemos venido corriendo aquí para tratar de ser puntuales. Yo tengo, como sabéis, que ir a Huelva –realmente es lo más lejano de Barcelona– a un curso de conferencias sobre el Descubrimiento de América, el V Centenario, y la Evangelización, y como soy el delegado en la diócesis de Barcelona sobre esta celebración del V Centenario de la Evangelización, tengo que ir –ya fui el año pasado–, tengo que volver éste; pero dije: aunque sea más largo el camino, voy a hacer dos paradas, una de paso con el padre Agis, que me ha encargado que os salude mucho a todos, que está deseando venir aquí como siempre este final de julio y mes de agosto –y también para los Coloquios– a estar en silencio, Laura, a estar en silencio. Bien, pues aquí le tendremos si Dios quiere, muchos saludos de él. Y luego, aunque sea así, pasando deprisa, deprisa, porque tengo que salir para Huelva mañana y llegar, pues pasar por aquí para tener la alegría de veros, de celebrar en la ermita, estar en esta maravilla que es la Ermita y la gente que vive cerca de esta ermitita de San José y Santa Rita.

 

Decía antes en una broma que estábamos hablando, y decía Joaquín: realmente estar aquí, eso sí que es una súper exuberancia de regalo de Cristo, de Dios, esta belleza de paisaje, este aire, esta brisa; vale la pena venir de lejos para sentirla y sentir además la amistad viva que brota aquí. Es hermoso esto. Volveremos despacito, Dios mediante, para los Coloquios, que serán el 25 de agosto, 26, 27, 28, martes, miércoles, jueves, viernes. Coloquios que tendrán por tema Del paro al tiempo libre. Cuando uno trabaja mucho, trabaja para ganar dinero, para poder tener un desahogo económico, una seguridad en la vida, y poder tener así fines de semana cada vez más largos, poder tener vacaciones de semana santa, vacaciones en verano, es decir, tener tiempo libre para disfrutar un poco de la vida, de hacer lo que a uno le apetece, de dedicarse a aquellos deportes, a aquellas lecturas, a cultivar aquellas amistades…, lo que desea una persona humana; incluso aquellos quehaceres que desarrollan sus talentos artísticos, culturales, ¡tiempo libre!; reducir un poco las jornadas de trabajo para tener cada día también algunas horas para pasear, para leer, para charlar con los amigos, etc. Y eso hay gente que, porque ha trabajado en serio, con fruto y honestamente, pues logra ese tesoro de tener un poco de tiempo libre. Pero hay otros, pobrecillos, que se ven condenados a tener tiempo libre, porque hay paro, no hay trabajo, y están condenados a tener tiempo libre, y lo ven como una condena, como una desgracia, se sienten frustrados, se sienten en desarmonía, se sienten marginados de una sociedad que está por estos andurriales del trabajo productivo, de la competitividad y del triunfo y de la agresividad en el trabajo, los “yuppies” que ya han pasado de moda, ahora están otros, ya se llaman de otra manera y que no sé exactamente lo que son, pero son los que han desplazado ya a los “yuppies”, quiero enterarme a ver qué es esta nueva ola; y se sienten marginados y con problemas económicos para poder vivir, claro está, y si son padres de familia, los mismos hijos dicen: mi padre no sirve para nada, está parado. Y si son los jóvenes, se desesperan, caen en un marasmo, se van idiotizando, o tratan de evadirse con las drogas, con el alcohol, con el emborracharse de música, con pandillas, o acaban en la delincuencia. No saben, nadie les ha enseñado ni se lo ha dicho, y menos enseñarles. ¡Qué tesoro tienen de tener el tiempo libre!, que es lo que todo el mundo quiere tener, ¡qué tesoro! Entonces decir: pero si con la mecanización del trabajo gracias a Dios no hay que subir piedras para construir una pirámide, ni ladrillos al quinto piso, ahora hay unas grúas que lo hacen, con el tesoro de la técnica que pueden hacer robots por todas partes, con la informática, con que los servicios todos están mecanizados en los bancos…, y que el problema de las industrias es que tienen que mandar al paro a multitud de gente al ir sustituyéndolo todo con máquinas. Pues hay que entonar una acción de gracias a Dios diciendo: gracias te damos, Dios mío, de que, por la ciencia, por los descubrimientos, por la técnica, ya no hay que trabajar. Pero claro, hay que dar gracias a Dios de que toda la técnica va desarrollando métodos para que ya la gente no tengan que estar esclavos del trabajo y no tengan que trabajar en esos trabajos que son, así, de esfuerzo, mecánicos, rutinarios, que no son trabajos de creación de los cuales la gente se siente verdaderamente con vocación, y tienen que coger el primer empleo, les guste o no les guste, les interese o no les interese, una cosa rutinaria, mecánica que aburre a todo el mundo a la corta o a la larga, pero que es necesario para estar situado en la sociedad y tener algo con qué comer. ¡Gracias te damos, Señor, de que ojalá nadie tenga que trabajar así, ¡ojalá! Entonces, como toda la economía está montada en esa rueda de trabajo, al no ser necesario el trabajo, habrá que montar la economía de otra manera.

 

Ya son muchos los grandes economistas que lo están diciendo en congresos, lo están diciendo en sus conferencias, en sus cátedras, incluso en España y de todo color, desde un Tamames que es de una tendencia, hasta otros que son de otra tendencia contraria como es Jordi Cussó. Pues bien, de todos los colores ven esto, porque claro, piensen como piensen, de un partido o de otro, que sale el sol a las 7 de la mañana ahora en verano, pues eso lo tienen que decir todos. ¿Qué es lo que están diciendo? Que hay que arbitrar un sistema económico en que la gente tenga lo suficiente para vivir, no en virtud de un salario por un trabajo, porque no habrá trabajo, sino sencillamente porque existen. El existir da derecho a tener lo necesario para vivir y desarrollar los talentos de una persona, y desarrollarse plenamente, desarrollarse en otro estatus de cuestión con la creatividad, con la alegría de vivir, tiempo para la amistad, tiempo para desarrollarse uno en el deporte, en el juego, en la inteligencia, creando ocupaciones, voluntariados de trabajo porque hay que ajardinar el mundo, y ahí sí que hay un trabajo que no se acaba nunca, aunque no recibamos salario por ello.

 

Veníamos hoy por estas montañas de Almería y decía este muchacho: yo, es que vendría aquí con un equipo cualquiera a plantar árboles, y aunque no me paguen nada, bueno, pero si me dan de comer, pues bien. ¡A plantar árboles! ¡Si hay que ajardinar el mundo, hay trabajo enorme! Hagamos, porque me da la gana, no porque me pague nadie, porque quiero, es un trabajo libre, y hay que liberar el trabajo de la esclavitud y de la servidumbre, ¡señores del trabajo!, trabajo porque quiero en lo que me gusta, para bien mío y bien de los demás.

 

Ésos son los Coloquios, vendrá un economista, vendré yo, je, je…, como la vertiente filosófica, vendrá un sociólogo. Yo sugeriría a Luis Prieto Moreno que nos hiciera él, y si no, que se encargue él de buscar la persona, desde un punto de vista psicológico, y psiquiátrico, porque hay que coger a los parados y curarles de todas sus neurosis por culpa del paro. Bien, luego hablaré con Joaquín, no me atrevo a hablar públicamente, pero me gustaría que desarrollara una ponencia sobre que el trabajo está condenado a desaparecer tal como está planteado hoy; porque en arquitectura ya, ¡cómo han simplificado!, desde que se hacen unas líneas pretensadas, desde que hacen cemento en las hormigoneras éstas, que hay las grúas, que hay todo, y que hay unas cosas prefabricadas, hasta las ventanas, ¡pim, pam, pum!, ¡cómo ha cambiado! Bueno, y esto que pasa en la arquitectura es un índice de lo que está pasando en las fábricas industriales, ¡Cuánto más!, ¡Cuánto más!

 

Bien, yo diría, recemos y ofrezcamos esta Eucaristía para que ilumine a los que tengan que hacer los Coloquios, que sean de mucho provecho, y que sea poner una pieza seria, adelante, en este nuevo mundo que llega. Yo siempre cuento, digo siempre, porque tuvimos ya una Cena Hora Europea en Barcelona, en el Ritz, sobre ese mismo tema y fue interesantísima, ¡interesantísima!, incluso estaban allí los Consejeros de Trabajo de la Generalitat. Bien, y digo eso, cuando Colón descubrió América, que ni él se enteró de que descubrió América, mucha gente en Europa ni se enteraba; a unos les llegaron noticias de que habían descubierto allí unas tierras, y se murieron viviendo igual que siempre, y quizá los hijos de ésos también vivieron siempre igual y se murieron, y no veían que cambiaba nada en el mundo, y sin embargo el Descubrimiento de América por Colón acabó con la Edad Media y empezó la Edad Moderna, la creación de Estados con otras líneas, la economía sufrió un revolcón impresionante, la sociología, la política, la apertura de Europa a América…, lo cambió todo, pero la gente contemporánea no se daba cuenta de que había acabado una época y empezaba otra.

 

Es lo que nos pasa a nosotros. Nosotros hemos sido protagonistas de las noticias de que el hombre ha puesto los pies en la Luna, de que existe la energía atómica para bien y para mal, la ingeniería genética, la telemática…, bien, sabemos estas cosas, pero seguimos tomando huevos fritos, seguimos yendo en coche como nuestros padres, seguimos preocupados del periódico, de leerlo, y casi esto no ha afectado nuestra vida y creemos que seguimos igual. Yo les digo: estén ustedes seguros de que desde el día que estalló la bomba atómica en Hiroshima, y de eso ya hace años, la época que nosotros llamamos un poco así, vanidosamente, «contemporánea» como si después ya no tuviera que haber ninguna más, eso que llamamos la época contemporánea que empezó con Napoleón, se acabó. Ya ha empezado, y no nos damos cuenta, una nueva era en la historia de la humanidad, de apertura a las constelaciones, de apertura a lo más mínimo del electrón y de las partículas, a hurgar en la genética de los seres vivos, y a un desarrollo de la técnica a través de la informática y de la telemática, como digo, que es de unas consecuencias que no somos capaces de vislumbrar, incluso en el descubrimiento y aplicación de las ciencias.

 

Ha empezado una nueva era. Bien, pues mucha gente se morirá sin darse cuenta, pero tenemos la obligación las personas que, por una razón u otra, somos un poco dirigentes de la sociedad, de darnos cuenta de atisbar por dónde hay que ir, coger el toro por los cuernos con valentía, afrontar los problemas y generar soluciones de futuro.

 

Los Coloquios de la Punta de la Mona, con toda su pequeñez y su humildad, son precisamente eso, una luz de futuro.

 

Alfredo Rubio de Castarlenas

Homilía de 4 de Julio de 1987 en la Punta la Mona, La Herradura, Granada

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