El otro día estuve reflexionando sobre las dificultades que estaba teniendo para encontrar espacios de soledad y silencio de calidad. Y empecé darle vueltas sobre cuáles eran aquellas cosas que estaban ocupando espacio en mi agenda.

Después de pesar un rato me vino a la cabeza un video que había visto, donde se explicaba como la creciente interacción que se estaba produciendo en las redes sociales, estaba redirigiendo nuestra atención desde otras actividades hacia este mundo digital lleno de información y de nuevos contactos.

Lo más interesante del caso es que esta capacidad de captar la atención por parte de las redes sociales, no es tan inocente como parece de antemano. Cada segundo de atención que consiguen de nosotros, que se traduce en la capacidad para mantenernos atados a su plataforma, les permite conocernos mejor y por consiguiente ser más precisos en la publicidad y los contenidos que nos ofrecen.

Inicialmente, podríamos pensar que no es negativo, ya que nos están mostrando aquello que nos gusta o nos interesa y sin necesidad de tener que buscarlo. Sin embargo, si lo pensamos bien, existe una trampa en este planteamiento, nuestra atención es finita y nuestro tiempo es limitado. Por otra parte, si focalizamos nuestra atención sólo en aquello que nos muestran, que “casualmente” es con lo que estamos de acuerdo o nos agrada, perderemos la oportunidad de valorar otras alternativas, a la vez que reducimos nuestro campo de visión y atrofiamos nuestro sentido crítico.

Todas las plataformas desarrollan mecanismos de persuasión que buscan mantenernos “secuestrados” a esta, ocupando gran parte de nuestro tiempo y reduciendo sustancialmente nuestra capacidad de concentración y reflexión. Y lo peor de todo es que esos mecanismos de secuestro están diseñados para hacernos pensar que somos nosotros mismos quienes hemos tomado la decisión.

El tiempo es un valor muy preciado y debemos saber administrarlo. El hecho de tener secuestrada nuestra atención, reduce nuestro tiempo de descanso y de ocio y, sobre todo, acorta los espacios que podemos dedicar a la soledad y el silencio. En un mundo abarrotado de información, mucha de ella poco relevante, falsa o interesada y donde las plataformas sociales intentan atraer constantemente nuestra atención, debemos saber encontrar espacios para escuchar a nuestro alrededor sin interferencias.

David Martínez

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