Se ha insistido siempre en el hecho que los Mass Media tienen que esforzarse en ser servidores de la verdad: ni manipularla para sus intereses ideológicos o económicos, ni tan siquiera silenciarla en aquellos aspectos que contravengan las propias conveniencias. Desgraciadamente, los medios de comunicación sucumben a menudo a estas tentaciones.

Pero, además de insistir en la obligación moral de ser auténticamente verídicos, hay que ir aún más allá.

Los Medios de Comunicación Social son hoy tan poderosos –por las técnicas logradas, la fácil difusión, la eficaz penetración en lo más íntimo de los hogares y de las conciencias y el dilatado tiempo en que están presentes en la atención de quienes los usan– que se han convertido en un instrumento no sólo de información sino también –les guste o no, lo acepten o les pese– en instrumentos preponderantes de la formación de la gente, de las masas. Casi todas las personas, sean niños, jóvenes o adultos, incluso de las profesiones liberales –aunque éstos sean en general más críticos–, son receptáculo de la formación que imparten, a veces muy sutilmente, los ya muy experimentados Mass Media con toda la fuerza que les presta la imagen, el sonido, la música, el arte y la inteligencia misma de los que los dirigen y organizan.

De aquí la urgencia de recordar, de exigir a estos medios que, además de ser verídicos, estén también al servicio del Bien, del bien común, del bien de la gente, del bien de la humanidad.

No se pueden ignorar las modernas discusiones sobre el concepto del mismo Bien en las distintas corrientes de pensamiento actuales. Pero, a pesar de todo ello, hay un denominador común en que la inmensa mayoría de las personas coinciden en su visión del Bien; saciar las necesidades; tener espacios en la vida para la amistad y la fiesta; tener paz para poder emprender el desarrollo personal; sentirse amado y amar; sentirse acompañado y acompañar; tener libertad compartida; tener incluso el derecho a soñar, y a expresarse y a vivir como uno lo desee…

No puede ser ajena a la conciencia ética de los profesionales de los diferentes Medios de Comuncación Social –dado que, de hecho, son escuela y universidad para todas las edades–, esta referencia continua al Bien. Servir la Verdad ya es una parte de este Bien. Pero, el Bien, es aún mucho más.

Alfredo Rubio de Castarlenas

Publicado en:
Revista RE, Época 4, Nº 39, Julio de 1996

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