Hace algo más de un año de la magnífica acogida que el Secretario General de la ONU, Sr. Butros Butros Ghali, dio a la comisión promotora de a “Carta de la Paz, dirigida a la ONU”. Este año, por segunda vez, el pasado 25 de enero, ha vuelto a recibir a esta comisión, también en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York. Presentó al acto el Sr. Jordi Cussó, que en su discurso inicial agradeció el entrañable gesto del Secretario General de recibir las nuevas firmas y los trabajos realzados durante este segundo año. Después de exponer todo lo realizado durante el pasado año 1995, desde la recogida de nueva firmas, los testimonios de personas muy destacadas y la reacción de los nuevos Institutos para la Paz, presentó los proyectos del presente año. Manifestó el deseo de que “la Carta de la Paz despierte, en las personas que la conozcan, nuevas iniciativas en pro de la paz y que las evidencias que se anuncian, sean asumidas por personas y organismos como una seria contribución al camino de la paz”.

El Sr. Juan Miguel González-Feria se hizo eco de las XVI Jornadas Interdisciplinares dedicadas a “La educación para la democracia y la paz” organizadas por al Ámbito de Investigación y Difusión María Corral -copromotor de la Carta de la Paz-, con la colaboración de la Universidad Metropolitana de Ciencias de a Educación de Chile. Se celebraron en Santiago, capital de este país, en el mes de octubre de 1995. Del punto X de la Carta de la Paz, subrayó la necesidad que tienen las democracias de dar un salto cualitativo para que todas las personas puedan vivir de acuerdo con su conciencia sin atentar nunca a la libertad de nadie, ni provocar daños. Un salto que es un verdadero servicio a la paz para llegar a vivir la “democracia-en-libertad”.

La Sra. Leticia Soberón, de México, explicó el contenido del material que se entregaba: un total de quince volúmenes, expuestos en una mesa delante de la presidencia. El primero, una extensa Memoria del trabajo realizado durante el año 1995 para la promoción, investigación y difusión de la Carta de la Paz. Otro volumen recogiendo las cerca de cincuenta mil nuevas firmas de adhesión clasificadas por países y profesiones; la recopilación de más de un centenar de nuevos testimonios, sintónicos con el contenido del documento, de personas muy connotadas: profesores universitarios, algunos Premios Nobel, representantes del mundo de la cultura e incluso, de la política; otro volumen con la estadística gráfica de los países de origen de los firmantes de a Carta de la Paz; nuevas traducciones el texto incluyendo una en sistema Braille para la lectura de los ciegos; en otro de los volúmenes un resumen de la prensa de los lugares en los que se ha presentado la Carta y finalmente, otros dos volúmenes más que contenían, respectivamente, los últimos ejemplares de la revista RE en castellano y catalán. Como anexo, una caja apropiada para los microfilms que reproducen los originales de las hojas de firmas de adhesión a la Carta de la Paz recogidas. Además, este año se prestaron los libros publicados por cuatro editoriales que han tratado puntos de la Carta de a Paz desde diferentes vertientes.

La memoria del trabajo realizado en 1995 la entregó a Butros-Ghali Aina Huguet Caballé, una niña de siete años, como delicado símbolo representando a las nuevas generaciones que podrán ver más fácilmente la realización de los deseos proclamados en esta Carta de la Paz.

Las palabras del Secretario General Sr. Butros-Ghali, fueron muy alentadoras. Valoró y agradeció profundamente el trabajo realizado por los promotores de la Carta de la Paz. Manifestó que, de nuevo, “el número impresionante de firmas recogidas, muestra el grado de entusiasmo que ustedes han sabido suscitar al servicio de la paz”. “La paz -dijo- es un problema demasiado serio como para confiarlo sólo a los Estados.” Y animó a los promotores de este documento -ya conocido en más de ochenta países de los cinco continentes- a seguir difundiéndolo en todos los países del mundo. En este número de la revista RE se reproduce el discurso íntegro, en versión original, de Butros-Ghali.

Al finalizar el acto, se entregó al Secretario General, como obsequio personal, un espléndido cuadro de Bernadette López – Berna-, gran pintora catalana residente en Friburgo (Suiza).

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La Carta de la Paz, plaza abierta

El ser humano es inteligente, pero ilimitado. Naturalmente no es un dios. Nuestra razón no puede ver la realidad en todas sus facetas y profundidades. Por esto, de entrada, sé que tengo más posibilidades de error que de acierto al ver y juzgar la realidad. No nos ha de sorprender esta propia limitación. Vemos que la historia de las ciencias es una continua narración de los errores que se han superado uno tras otro a medida que, progresivamente, se ha descubierto cómo es en realidad el mundo, y a fuerza de intercambios se han ido profundizando más certezas. A pesar de esto, no puedo quedarme con los brazos cruzados, he de actuar con honradez, tal como veo sinceramente las cosas; pero sin levantar murallas dogmatizando mi postura y creyendo que los que se equivocan son los otros, que lo ven de forma diferente. Esta postura, aunque inconsciente, es fruto de nuestro frecuente orgullo.

Hemos de estar abiertos a que las personas que nos conocen y aprecian, nos puedan decir llanamente cómo ven ellos esta realidad.

Antes de explicarme a mí mismo por qué veo las cosas como las veo -y es lógico que lo haga- he de tener, a pesar de todo una disposición previa: en vez de dogmatizar, conviene establecer un diálogo fraternal que posibilite intercambiarnos cordialmente todas las razones que cada uno tiene para verlo como lo ve. Seguro que cuando se hayan expuesto las respectivas razones, todos- casi todos- nos daremos cuenta de lo que es más real. Es lo que se suele decir que “cuatro o seis ojos ven más que dos”, aunque estos dos sean los nuestros.

Estamos hablando de lo que podríamos llamar plaza abierta en la que todos podemos dialogar para acercarnos a una visión más exacta de la realidad y, de esta forma, salir todos ganando. Pero a menudo, cuando pretendemos imponer una paz cerrada en los diferentes grupos sociales, y además nos cerramos a nuestras propias conclusiones, desgraciadamente matamos la mutua y buena consideración que nos podemos tener. En cambio, si todos reconocemos nuestras muchas posibilidades de error, entonces estaremos más cerca de contribuir a una verdadera paz fecunda.

Alfredo Rubio de Castarlenas

Publicado en:
Revista RE, julio 1996

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