En la reunión que se celebró en el «Castell de las Gunyoles» para preparar las V Jornadas Interdisciplinares «Abrir Caminos a los Jóvenes», organizadas por el Ámbito María Corral, se dio un cualificado encuentro entre distintos profesores universitarios. En el transcurso de la sobremesa, surgió espontáneamente el tema –tan importante precisamente para los jóvenes– de la Universidad, hoy. Su crisis de identidad, su masificación, su falta de independencia y su excesivo dirigismo estatal; que es poco interdisciplinar, con la sobrecarga de tantas especialidades en múltiples Escuelas Técnicas; que es poco humanista en conjunto, con una demanda de titulaciones excesiva con finalidades pragmáticas (con todo y que cada vez son menos útiles) con lo que se rebaja el nivel intelectual; que ampara a un gran número de alumnos sin una verdadera vocación, que acuden a ella porque no encuentran otro lugar más atrayente, lo que rebaja también el nivel medio de la enseñanza; falta de sosiego y de medios para la investigación; poca coyuntura cordial para el gobierno conjunto de profesores y alumnos. Desorientación, en fin, sobre su por qué, su para qué, su cómo.

En esta crisis del concepto clásico de Universidad, y tras tantos tumbos provocados por la Ilustración, por la reforma napoleónica, por el modernismo y por el pos-modernismo, por el progresismo y el post-progresismo, ¿qué pide hoy la sociedad a esta gloriosa «Alma Mater»? ¿Habrá que crear instituciones nuevas y diversas y encomendar a la Universidad unas tareas más reducidas y concretas que sean, sin embargo, más universales –sin fronteras de ningún tipo–, más humanistas e interdisciplinares y con un cultivo selecto de la Filosofía e, incluso, con un diálogo de ésta con la Teología, dado que las dos son, precisamente, sus fontanas más principales?

¿Habrá que reivindicar la libertad de contratación de los profesores? ¿La de los numerus clausus, para asegurar unas verdaderas vocaciones? ¿La supresión de los exámenes gracias a unas tutorías continuadas y eficaces? ¿Unos planes de asignaturas rígidos o libertad de elección de programas? ¿Ayudas oficiales? ¿Autofinanciamiento?

¿Se dan cuenta los universitarios que la razón, porque es nuestra, también es contingente y por eso mismo sirve para plantear preguntas y no para dar ninguna respuesta absoluta? ¿Que el saber sufre una devaluación continua pero que, de todos modos, esto es un espolón para abrirse constantemente a nuevos horizontes? ¿Qué al divinizar la razón se pierden precisamente los deseos de creatividad? Son muchos los que desean que la Universidad sea un campus de libertad fecunda, de investigación, de alegría y de creatividad. Pero, ¿cómo? ¡Cómo!

Una aureola de cierto pesimismo envolvía a los contertulianos de aquella tarde dorada por los pámpanos de octubre del valle de la Anoia. Pero, ¡queríamos soñar esperanzados! ¿Contribuirá la Universidad futura a conseguir una sociedad de un ocio más humano, a crear una civilización del amor, una paz vibrante? ¡Sí! ¿Cómo será la Universidad de mañana?

Alfredo Rubio de Castarlenas

Publicado en:
Revista RE, Época 4 Nº 39, julio de 1996.

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