Acercándose el 1992, nosotros deseamos recordar tan sólo el comienzo de la Evangelización en un Continente que antes era inalcanzable para los apóstoles de Cristo.
Dejemos a los historiadores que investiguen, desapasionados, los hechos tanto de la historia precolombina como la posterior. Pueden ayudar a que los hombres hoy, no cometan de nuevo los errores o desafueros que hubieron en sus historias.
Dejemos también que otros promuevan la fiesta –que es de toda humanidad- que por haberse encontrado estos dos mundos se demostró que la Tierra era redonda y un planeta girando alrededor del Sol. Las consecuencias de ellos cambiaron la mente de los seres humanos de todos los continentes.
La hoja de Nuestra Señora de la Claraesperanza desea recordar con emoción, esta recepción del mensaje de Cristo por tantos y tantos habitantes de estas tierras benditas que emergen andinamente entre dos océanos, gentes que abrazaron este mensaje con el corazón abierto.
Alfredo Rubio de Castarlenas
Publicado en:
Nuestra Señora de la Claraesperanza.
Hoja de América, nº 7.