Señor director:
El problema se nos viene encima y no estamos preparados para ello. Pero además, a nadie le preocupa. ¿De qué se trata?, de vivir solteros…
Las estadísticas permiten asegurar que el número de personas de uno y otro sexo no comprometidas –soltería o viudez– va en aumento y se desencadenará aún una eclosión mayor.
Las probables causas de este fenómeno son:
– Una permisividad en el trato de las personas que hace menos urgente el deseo del matrimonio.
– Una disminución del deseo de tener hijos.
– La independencia económica de la mujer que hace que no busque tanto el matrimonio como una solución para su vida.
– La prolongación de los estudios de las universidades y la dificultad de encontrar luego empleos, que alargan las solterías de los jóvenes.
– El contemplar el fracaso creciente de tantos matrimonios que les hace no apetecer tanto su unión matrimonial.
Las consecuencias de este boomm de la soltería se dejan ver ya: una tristeza del vivir por arrastrar la soledad propia; un aumento de egoísmo; el desamparo efectivo por carencia de hijos y nietos, y desde luego la pérdida de acicates para la creatividad y el trabajo.
Claro está que existen aspectos positivos de este fenómeno y los empezamos a ver: la valoración de la persona en sí misma, independientemente de la procreación; una menor inercia social hacia el matrimonio que facilita la opción más personal al mismo; una más clara búsqueda del cónyuge como persona y no tanto como complemento; y mayor autenticidad en la decisión de la paternidad y maternidad, como servicio a un ser nuevo y desconocido, y a la sociedad.
Ha llegado ya la hora de meditar en este problema. Señor director, ¿qué puede ofrecer la sociedad, en cuanto al ocio, compañía, afectividad, etc., a los solteros que lo son forzados por las circunstancias?
Alfredo Rubio de Castarlenas
Publicado en:
El Excelsior de México, marzo de 1994.