Corazón de Jesús, de palpitante
y recio músculo, que aún herido,
sigues latiendo ya sin cometido.
Tan sólo por amor, fiel y vibrante.
Tú solo llevas fuerte hacia delante,
el mundo que creaste hoy caído.
El sí que está sin fuerza y malherido
¡Aún alienta y te mira suplicante!
Corazón cual de roca pero blando,
eterno corazón mas temporero,
siendo Dios, siempre tras de mí andando.
¡Cómo puedo no oírte ni sentirte
si lates en mí mismo sin tempero
y mi único vivir, sólo es vivirte!
Alfredo Rubio de Castarlenas