No es bueno, no,

que el ser humano

¡quien quiera que sea, hombre o mujer,

camine solo por el mundo.

 

No es bueno, no,

que crea que es el centro

de todo lo que ve

por el hecho de que sean sus ojos

los que miran siempre alrededor.

 

Así andaba yo

por medio de las cosas

y había tanta gente

que era casi imposible

pudiera darme cuenta

que estaba solo

sin saberlo ninguno de los dos

hasta que apareciste tú.

 

De repente sentí

que había estado caminando solitario.

De pronto se me hizo

imposible seguir

adelante yo solo

sin ir ambos en la misma dirección.

Imposible seguir

sin cogerte de la mano

enlazar tu talle

tu aliento junto al mío.

 

No sé si a ti te ha pasado igual.

Aún

no te lo he preguntado

aún no me lo has dicho.

 

Ahora me horroriza

pensar con qué soledad

yo caminaba

sin darme siquiera cuenta

de que estaba tan solo en realidad.

 

Ahora ya sabemos tú y yo

que no somos

el centro del mundo.

Ahora ya sabemos yo y tú

que somos nada menos

el mundo mismo.

 

No es bueno no

que el ser humano

¡quienquiera que sea –hombre o mujer–!

ande solo por el mundo.

No es bueno, no

que el mundo no sepa

que tú y yo ya somos uno.

 

Por eso lo cantamos

para que todos se enteren

y con nosotros se alegren.

 

Tú y yo somos uno.

La soledad no existe.

Tú y yo ya somos

la gota que refleja

el mundo todo.

 

Alfredo Rubio de Castarlenas

 

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