(Silva con rumor en “a”… o mejor en “az”.)
Paz
¡Breve palabra fácil de decir!
Hasta un niño pequeño
puede balbucearla
como un ensayo
para decir papá!
¡Sí! muy breve palabra
sencilla de decir
pero evidentemente
imposible de hacerla un hecho
¡nunca en ningún sitio la hay!
Tan sólo falsas apariencias
o ilusiones que imaginamos
o deseos que uno
en vano se fabrica.
¡Paz, Paz!
El Cielo, ante todo,
por fuerza,
debe [de] ser eso.
Luego vendrán en él
el Gozo y la Presencia,
la flor inmarcesible
de la total Felicidad.
Pero su Ámbito
–de cuatro o infinitas dimensiones–
será la paz sin duda alguna.
No puede, no, ser otra cosa
ya que es la entraña y la raíz
de lo que el hombre busca
sin encontrar aquí jamás.
(A veces, por unos momentos
uno cree casi ya rozarla).
Ser, al menos, como un espejo limpio
que la refleja exactamente.
Como un lago tranquilo, nocturnal,
que aprisiona en su fondo la alta Luna.
Son momentos, acaso días,
que llenan de alegría y esperanza.
Por ejemplo esas horas
de Andorra y con amigos,
Horas que pasan sin pasar
porque se quedan dentro
como un riachuelo de montaña
que, cristalino,
irisado, gozoso,
vivificante,
murmura al transcurrir entre las piedras:
Paz… paz…
paz… paz…
Alfredo Rubio de Castarlenas