Soneto a Dios
Señor, porque te amo, no te temo.
Y por saberte a Ti mi defensor
tampoco temo al mundo ni al dolor
ni al que me venga a atacar blasfemo
aunque me sienta solo en un eremo
pues no es así, que siempre estás, Señor,
muy cerca en el desierto atronador
al igual que en los mares mientras remo.
No te temo, Señor, porque te amo
ni temo a nadie porque en Ti confío
ni a ninguna traición, porque te llamo
y sé que estás, pues nunca te alejaste.
No te temo, Señor, porque eres mío
y sé que para esto me creaste.
Alfredo Rubio de Castarlenas