Soneto apremiante a los que nos guardan.

 

Ángeles, dejad ya las zarabandas.

Reuníos en concilio, es preciso,

y pedid al Dios Trino un gran permiso

para hacer carambolas a tres bandas.

 

A los ángeles Tú, Señor, les mandas.

Te harán más caso a Ti que a mí.

Aviso que vuestro obrar y hablar sea conciso

para bien de ésos que lleváis en andas.

 

Sí, estas vocaciones que se forman

y son tentadas sin tregua de mil modos

lo mundano y la carne los deforman.

 

Obedeced sin más a Dios y a mí,

los que tenéis sus nombres por apodos.

¡Oh ángeles guardianes, hoy ya es! (?)

 

Alfredo Rubio de Castarlenas

 

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