Trujillo ¡cuánta
piedra bien ensillada!
Y eran más de las ocho de la noche
cuando de pronto
amaneció en luz clara:
Primera Misa
de Juan Miguel, de Ángel
en, sobre y bajo estas piedras talladas
por los mismos canteros
que América labraban.
Los neosacerdotes
tenían a Cristo en sus manos
y Cristo les tenía a ellos.
¡Ay cuánta piedra iluminada
allá a las ocho de la noche
en San Martín
y en Santiago y en la Plaza.
Viajero que viniese a esa hora
a Trujillo venía ya de lejos.
Como una estrella encima de la tierra.
Como un Belén en ascuas.
Alfredo Rubio de Castarlenas