Y YO MORIRÉ

 

Y yo me moriré.

Y las grandes peras de agua,

cada septiembre,

irán llenando de maravilla

la boca de los niños.

 

Y yo, me moriré.

Y en las tardes de lluvia y de tormenta,

quedará prendido después, en la mirada,

el pasmo nuevo

de ver bien,  en el  cielo iluminado,

el arco iris.

 

Y yo, me moriré.

Y jugarán de nuevo

a perseguirse y a esconderse

la luna y las estrellas,

El hombre y su esperanza.

 

¡Qué hermoso, que aunque muera,

todo el universo

seguirá rodando de modo igual!

 

Así me podré ir,

de puntillas, tranquilo,

a gozarte, Señor.

 

Alfredo Rubio de Castarlenas

 

Cursillos de Cristiandad, abril de 1981. Revista Apostolado Sacerdotal, nº 237-238

 

       

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