Soneto a Cristo

 

Amigo mío, es una alegría

poder llamarte así. Es como un río

de gozo inacabable, algo mío

que brota dentro, donde nada había.

 

A pesar de la noche, siempre es día

si de verdad de tu amistad me fío,

y no temo de nadie un desafío

si Tú estás junto a mí como vigía.

 

¡Oh Cristo redivivo que das vida

si estoy muerto de miedo y como ido!

¡Oh Cristo amigo!, la mejor comida

 

del Banquete de Dios que han servido.

¡Oh divina amistad!, también bebida

como el vino mejor que nunca ha habido.

 

Alfredo Rubio de Castarlenas

 

Comparte esta publicación

Deja un comentario