No preciso decir Dios
Me sobra el balbuceo de este nombre
para a Ti dirigirme con amor.
Te hago pequeño, sí, con mi rumor
que esa palabra es medición de hombre.
Tú, Infinito, deja que te nombre
Ser de mi ser, mi Otro, el valor
de todo lo que existe alrededor.
Que tu presencia siempre más me asombre.
Quiero olvidarme de ese viejo mote
que los sabios te dan con petulancia
como si dieran ser con su palabra.
No quiero con mi lengua ser tu azote.
Sólo sentir vino que se escancia
y así mi corazón a Ti se abra.
Alfredo Rubio de Castarlenas