Estoy aquí de nuevo en Hermosillo
aunque venga cansado y medio muerto.
Mi espíritu vital, ya casi yerto,
con este sol recobra fuerza y brillo.
¡Pitic, corcel de luz! En ti me ensillo
para alcanzar el “escondido huerto”
donde se escucha el celestial concierto:
brújula es, cuando la Tierra orillo.
Lluvia de Marzo, vínose a besar
tu laguna y tus campos, mensajera
del agua que se acerca para Agosto.
¡Río de mi existir que llega al mar!
¿Cuándo, cuándo veré mi vida entera
hecha para el Señor ya dulce mosto?
Alfredo Rubio de Castarlenas