EL TURISMO Y EL TIEMPO LIBRE,
UN RETO PARA LAS COMUNIDADES HUMANAS
Romance triple en decasílabos, con asonancias
gozosamente entrelazadas al final
I
Al Turista, aún nadie le conoce.
Turista es el que viene muy de fuera
y provoca problemas donde va.
Busca participar de las riquezas
que nos sobran, de Sol, de cielo azul,
de aire claro y de cálidas arenas.
Y de un poco de vino y compañía
que cure soledades de sus nieblas.
Hemos de ser fraternos, generosos,
sabernos dar sin cuento a manos llenas.
Así seremos en verdad más ricos
de humildad y virtudes, en la era
donde vamos trillando paja y trigo
de ese redondel de la conciencia.
¡Mar y Cielo vendrán a visitarnos
por la puerta de par en par abierta!
II
¡Ay, que los pobres tienen tiempo libre!
Vagabundean sin saber a dónde;
turistean ociosos deseando
compañía, amistad, pues les corroe
la solicitud y el hambre de las cosas
que un poquito de paz y fiesta ponen
en el fondo del alma y de las carnes
agrietadas del sol y de salobre.
Vienen a nuestro mundo saturado
de belleza y de bien que nos acogen.
¡Demos algo de aquello que nos sobra
y que a ellos también, eso les colme!
No pongamos fronteras a su andar.
¡Que les dejamos fuera… y sin nombre!
Se nos iría el Cielo así nublando
y quedaríamos solos y aun sin mote.
III
¡Demos luz a los días y las noches,
a todo “Norte-Sur” que haya en la Tierra!
Es rico todo aquel que existe sobre
la Nada. Ya esto sólo es primavera.
¡Abramos nuestra Casa a todo hombre,
que quepan todos los que nos rodean!
¡Sí; cuantos más formemos un acorde
más fuerte cantaremos en la Fiesta!
Venid a nuestro Sol, turistas pobres.
Aún os daremos más que mar y arena:
nuestra mano tendida al horizonte
sin osar preguntaros nada apenas.
Sois hermanos y basta. ¡Nadie sobra!
Confiados llegáis a estas fronteras;
que nadie os haga mal ¡ay, del que os toque!
y aceptad nuestra Casa. Dios lo quiera.
Alfredo Rubio de Castarlenas