Los mayores… los primeros…

¡cuánta savia! ¡cuánta entrega!

ya soñando ser humildes

portadores de una tea

ardiente de Caridad

por la urbe, las aceras;

por los mundos de transmares

¡sí; a donde Dios quisiera!

 

Nos sentíamos hermanos

bien unidos con certezas,

junto a Tante, de tan lejos

venida a nuestra vera.

Mujer fuerte, tan solícita

con todos; nunca una queja.

Señor, qué años aquéllos

Todo ¡era primavera!

en la Casa de Santiago

soñando estío en las eras.

(Los vientos se nos llevaron

algunos. ¡Dios los proteja!)

 

Los demás seguisteis firmes

en los surcos de la tierra.

Cada día bien queréis

que vaya siendo más buena.

¡Qué gozo ver que esparcís

también vuestra sementera!

¡Cuántos están ya ordenados

por esa llamada vuestra!

“Tendréis el ciento por uno

y después la vida eterna.”

 

Difícil es el camino

a veces ¡dura la cuesta!

¡Ánimo! hermanos míos

porque el Cielo está más cerca.

¡Oh, Señora de la Paz

y la Alegría! Tarea

que transforma el Corazón

y a la Trinidad nos lleva!

 

 

Alfredo Rubio de Castarlenas

 

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