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Regalo

 

Grande y esbelta copa de cristal tallado

–color azul como la noche

o el mar en altamar, marino–

me has regalado en este tiempo

de Navidad.

 

¿De qué la llenaré?

¡Sí! de los rayos

de luz caídos

de mi sol en ocaso.

Ella los guardará con su finura

como las estrellas la noche

o la luz el hondón del mar.

 

¡Oh copa de cristal tan quebradizo

¡cómo atreverme a llenarla hasta los bordes?

Pero no temas, Juan Miguel

La luz ingrávida y amortecida

de los anocheceres

no pesa nada.

 

Son resplandores desvaídos aunque hermosos

en el lagar de los recuerdos.

Y en el fondo de la alta copa

irá quedando solamente

el poso de mi alma.

 

(Y un día

¡volverá a ser

Navidad para siempre!

Esa copa, ya cáliz,

sostendrá una Hostia renacida.

–hecha de luces nuevas–

para toda la eternidad…)

 

A Juan Miguel, autor del regalo, con esplendoroso afecto.

 

 

Alfredo Rubio de Castarlenas

 

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