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Somos llamados una y otra vez
a morir y resucitar con Cristo.
A ser ya ciudadanos cotidianos
de este reino de Dios, aún sin nombre,
de nuevo establecido en nuestra Tierra;
donde el Aire es tan sólo Caridad.
Libéranos del Mal. Hermano Amigo,
y llévanos contigo junto al Padre
que nos está esperando desde siempre.
¡María de la paz y la Alegría;
Santiago, Santa Clara y Santa Eulalia,
dadnos la mano para entrar al Cielo!
Alfredo Rubio de Castarlenas