Soneto con estrambote

 

 

En el aire te siento más ingrávido.

Hemos sufrido una turbación

(Tú en el lago a pesar de la inclemencia

parecías dormido. E impávido).

 

De aterrizar muy pronto estaba ávido.

Cada vaivén alzaba mi impaciencia.

Tú: quieto centro de circunferencia,

mientras yo, era un pedrusco grávido.

 

Luego, ya en tierra, mi ánimo desmaya

(cual el de aquellos remeros en la playa

salvados del naufragio y de los vientos).

 

Yo pienso (sin razón) que desmereces

la confianza puesta en Ti en mis preces.

Sigues durmiendo allá, en tus firmamentos.

 

(que no era así, supieron en el mar

tus hijos agotados de remar).

 

 

Alfredo Rubio de Castarlenas

 

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