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Soneto a Ana María
Ana María, clara embajadora
de las Españas en Dominicana.
Tu simpatía, fama nada vana
se ha ganado. Y tu mente bien labora
trabajando tenaz en cada hora
y desde ya muy temprano en la mañana.
Y luego a solas, frente a tu ventana,
tu corazón silente, ora y ora.
Por las calles tu rubia cabellera,
cuando guías el coche velozmente,
de oro, es ondear una bandera
y se creen que es un ángel el que pasa
a decirle a este pueblo tan sufriente
que el mismo Dios está en cada cosa.
Alfredo Rubio de Castarlenas