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Soneto olímpico y paulino a los Hnos. Paulinos de Nueva York

 

Los que corremos hace tantos años

nuestro cross de la vida hacia la meta

nos decimos sonriendo: ¿quién completa

primero la carrera ya sin daños?

 

Estamos muy felices; nada huraños.

Pues tenemos el ánfora bien repleta

de Agua Viva que deja el alma neta

y nos jala a alcanzar tus aledaños.

 

Sabemos que al final, tu ansia espera

para aplaudir, Señor el maratón

¡Te has jugado tu Sangre en la Carrera!

 

¡Oh; curiosa Olimpíada de tu Cielo!

Todos pueden ganar sin excepción

si todos quieren bien saciar tu anhelo.

 

 

Alfredo Rubio de Castarlenas

 

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