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Soneto
Llegaste Juan Miguel desde muy lejos
cuando todos sentíamos la espera
tañer la piel del alma cancionera
que recitaba con raudales dejos.
Con tu presencia borras los añejos
roces y chispas de la edad primera
en cambio ahora es todo primavera
y el gozo tiende nuevos aparejos.
Llegaste al fin con paz y con sonrisa
para juntos cantar la Santa Misa
confiando por siempre en Dios clemente.
Sé que con mi alegría te recreas
y aunque tal vez a veces no lo creas
te amo con sólo amor benevolente.
Alfredo Rubio de Castarlenas