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Soneto al Sol del atardecer

 

¡Descansa cuerpo mío tan maltrecho

por tantos avatares de tu vida!

Te he explotado sin paz y sin medida

¡qué poco caso siempre te he hecho!

 

Cuando ahora, rendido ya en el lecho

paso repaso a mi existencia ida

sé que te duele mi atención perdida

pues nunca te acuné sobre mi pecho.

 

Te pido me perdones sin rencor.

Bien sabes que lo hacía por amor

a las gentes hambrientas de verdad,

 

aunque contigo mal ejemplo di.

¡Seamos amigos a partir de aquí

por un tiempo y después la eternidad!

 

 

Alfredo Rubio de Castarlenas

 

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