Soneto alejandrino en Silos

 

Ciprés que a estos monjes, señalas siempre el Cielo,

no estás en este Claustro en medio, petulante.

En la esquina tus ramas contemplan el levante.

Por tu ancho tronco sube la Fe y todo anhelo.

 

Te ví una vez tan sólo y te sueño en mi desvelo.

En la noche te miro siempre aún más gigante.

En mi claustro interior, ¡quién pudiera un trasplante

hacer de tus raíces y así sentir consuelo!

 

En las noches tranquilas de clara Luna llena

de frente me pareces como un rasgo de Dios

que se hunde en la tierra para purificar.

 

Hoy al alba silente, traslúcida y serena

nos miramos de nuevo frente a frente los dos:

Mi vida por tus ramas, no la ceses de alzar.

 

 

                                   Alfredo Rubio de Castarlenas

 

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