Para María y para Jesús

Hoy, 1 de febrero, es un día que nosotros dedicamos especialmente a la veneración de san José. Hoy nos vamos preparando poco a poco para este 1 de mayo, la gran fiesta de San José bajo su advocación de San José Obrero. Pero yo diría que hoy tiene una advocación especial porque coincide, como os decía, con santa Brígida, a la que tanta devoción tiene un grupo de gente y yo diría todos los compañeros de Joe. Yo quería remarcar hoy una cosa muy especial, y es la siguiente: tenemos que trabajar para progresar en el estudio profundo de la josefología. Un fruto de estas celebraciones que tenemos aquí desde hace ya tantos años en honor de este santo tiene que ser un estímulo y una fuente de fuerza para este cometido. 

Sabéis vosotros que en la Escritura, el ángel llama a María la llena de gracia. Pero también a san José, cuando se le aparece, le dice el justo. Ése es un título verdaderamente glorioso, y en boca del ángel, es exactísimo. José es justo. Jesús no podía escoger para que le cuidaran en este mundo sino a una mujer llena de gracia y a un varón justo. Todavía, así como la Mariología a través de estos dos mil años ha avanzado mucho, la josefología, dentro de la Teología, todavía está en los primeros pasos. En el siglo pasado, como sabéis, fue un gran adelanto que León XIII le nombrara con aquella advocación de padre virginal de Cristo. Y en este siglo, juan XXIII, al ponerlo como patrón del concilio Vaticano II y al incorporarlo al canon de la misa, ratifica estos vislumbres de su grandiosidad, las cuales la teología todavía tiene que desarrollar. 

Yo me permito apuntar aquí en una dirección a la que os invito a vosotros, teólogos, teólogas, a que profundicéis. San José es el intercesor del Espíritu Santo para María y para Jesús. María concibió por obra y gracia del Espíritu Santo de una manera virginal a Cristo, pero las promesas que había a lo largo del Antiguo Testamento de la venida del Mesías – promesas hechas a Abraham, a Jacob, a David y a tantos otros, a los descendientes de la Casa de David de la que venía esa promesa-, eran precisamente por José, como dice la genealogía de San Mateo. El que era el depositario de la promesa hecha por Dios durante todo el Viejo Testamento al pueblo de Israel era José. María, si no se hubiera desposado con él, no se le habría aparecido el ángel, no habría sido la madre del Salvador. Era necesario que la mujer escogida por Dios, adornada con el don de la Inmaculada desde su Concepción, fuera esposa legal y verdadera de José para que le alcanzara a ella la promesa hecha por Dios Padre, para que ese don del Espíritu Santo de la venida del Salvador -hecho al pueblo de Israel y a través del mundo entero- llegara a todos los hombres, a nosotros. Apunto esto nada más, que es de una amplitud, de unas consecuencias teológicas impresionantes. Ya lo hemos hablado en privado, lo hemos hablado con grandes profesores de teología, pero que hoy, aquí, en este momento, en esta celebración en honor de san José, tradicional en nosotros, es la primera vez que públicamente proclamo esto, y es un gran regalo que os doy a vosotros, estudiantes de teología. Profundizad en esta línea, que los frutos de esa investigación serán enormes para la espiritualidad y para el devenir apostólico de la Iglesia. Me alegro decir esto, también en ese día de santa Brígida. Que ella nos guíe en esta labor.  

Hemos ido muchas veces a la tumba de santa Eulalia, hemos ido muchas veces también a la de santa Clara y también a Irlanda a la de santa Brígida. Esas santas tan apreciadas por nosotros – para vosotras en especial  claraeulalias, pero para todos también, pongámoslas por intercesoras de que vuestro pulso, vuestro ánimo, vuestro interés será vivo en trabajar en esta línea gloriosa de san José como intercesor del Espíritu Santo para María y para el mismo Jesús. Él que fue el custodiador continuo hasta la muerte de María y de Jesús. 

Alfredo Rubio de Castarlenas

 

Homilía del sábado 1 de febrero de 1992 . En la Iglesia parroquial de Belén, Barcelona 
Del libro «Homilías. Vol. I 1985-1995», publicado por Edimurtra

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