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Soneto

 

En un amplio sofá y entre almohadones

Doña Laura recibe las visitas

cual una reina, y tiene bien escritas

en el aire sus manifestaciones.

 

La gente inicia las inclinaciones

con reverencia, para en estas citas

besarle levemente sus benditas

manos que a todos dan sus bendiciones.

 

¡Amiga Laura! así yo te he soñado

esta noche en mi fiebre y duermevela.

Pero es verdad que con gran fe has rogado

 

para que Dios me alivie y me bendiga.

Desde tu trono de hada buena, ¡vela

para que siempre nuestra ermita siga!

 

 

Alfredo Rubio de Castarlenas

 

A Doña Laura con tanto afecto y gratitud, en medio de esa enfermedad mía.

 

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