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Soneto

 

Entra en tu cuarto. Cierra con la llave,

y pon el pasador y hasta un candado.

Así el mundo quedará muy bien cerrado

y tú serás tan libre como un ave.

 

Cual dentro de murallas él se sabe

y querrá protestarte muy airado.

¡No hagas caso, ni tengas más cuidado!

En tu libre albedrío él no cabe.

 

¡Oh, espacio de silencio y soledad!

No tiene límites, y sin fronteras

conecta con el cielo en derredor.

 

Ahí, el aire es pura caridad.

Las paredes se han hecho volanderas

y eres, solo, de Dios, llama de amor.

 

 

Alfredo Rubio de Castarlenas

 

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