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Soneto, a una admiración de Juan Miguel
Los padres tienen tiempo para hablar
con cada uno de sus varios hijos
y las madres tendrán sus ojos fijos
en todos a la vez aun sin mirar.
Tienen tiempo los padres para amar
su mutuo amor en dulces entresijos
de ternura, prefijos y sufijos
de ese camino que hacen al andar.
Si siendo los humanos tan pequeños
son capaces de hacer estos empeños
¿qué no podrá el paternal amor
de todo un Dios, si El nos ha creado,
por cada uno, Sangre ha derramado
y hasta también conoce cada flor?
Con tanto afecto a Juan Miguel, hijo bien amado.
Alfredo Rubio de Castarlenas