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Soneto soñando

 

(¡El hueso de esperanza ¿dónde está?

En el patio dejéle sepultado.

Nadie supongo se lo habrá llevado

de esta casa, pues nadie lo querrá.

 

A ninguno de los perros servirá.

No han aprendido a roer el lado

invisible del alma. Ni el helado

resto que un día, resucitará!

 

¡Ya lo encontré! Con ansia escarbé

en otros puntos y en el corazón

de los fieles que aquí habitan, lo hallé.

 

Soy yo el que ahora empieza a bien roerlo.)

Mas ¡qué poco ha durado esta ocasión!

pues desperté y ya dejé de verlo.

 

 

Alfredo Rubio de Castarlenas

 

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