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Soneto
Tú dijiste Señor que siempre estás
en todas partes. Y que no es preciso
ir hacia allí o allá. Con este aviso
cuánta alegría y cuánta paz nos das!
Así (,) en los rayos, me iluminarás
(como) cual un lenguaje tuyo muy conciso
entre los truenos tu presencia piso (friso= toco).
Con la lluvia después me arrullarás.
¡Oh Señor de tormentas y bonanza!
Que de este modo ayudas la esperanza
de encontrarte también en el morir.
Tú bien sabes el día, y la hora,
Mientras, el alma en tus manos ora
y vive abandonada en tu vivir.
Alfredo Rubio de Castarlenas