Hoy estamos celebrando aquí la fiesta de esta persona de tantos méritos, que organizó y promovió tantas vocaciones sacerdotales en la Iglesia, no sólo de España, sino también de otros países; y no sólo eso, sino que las atendió luego para llevarlas hasta el fin, buenos sacerdotes en tantas diócesis. Sacerdotes diocesanos que estaban para colaborar con sus respectivos obispos, aunque algunos entraban a formar parte de la hermandad de los Operarios para proseguir este apostolado de la formación en los seminarios especialmente, y también desarrollar la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

Yo que fui alumno suyo en el Colegio Español de Roma, que ellos lo llevaban, esas virtudes y esa buena manera de hacer, este aprecio que mostraban siempre hacia las vocaciones, pues caló hondo en mí, como también en todos mis compañeros del Colegio Español. Entonces don Manuel Domingo i Sol no era beato, nada más era venerable; allí han introducido su causa de beatificación. Y no sé si cuando yo estaba en Roma -de esto hace ya bastantes años, pues era el año 52, 53- habían introducido la causa, quizá no todavía, pero ciertamente no era beato; desde hace poco tiempo, un par de años o cosa así, el papa lo declaró beato, que es el escalón inmediato para que lo declaren dentro de un tiempo, santo, cuando en su expediente figure algún milagro más todavía de los que ya ha realizado y que sirvieron para que lo beatificaran.

 

Yo, cuando estaba tan enfermo, me encomendé a la madre Molas, que era una institución que había fundado precisamente también él, de monjas. Y la madre Molas pues ya está en los altares, ya está declarada santa; y cuando yo dije esto a las monjas, me dijeron: ah no, no, no, la madre ya está en el Cielo y ya es santa, al que hay que santificar aquí es a don Manuel Domingo, de manera que en vez de encomendarse a la santa, encomiéndese a él para ver si le hace un milagro, y así este milagro sirve para que él también llegue a la santidad. Me hizo gracia la anécdota, pero efectivamente desde entonces me encomiendo muy mucho a la intercesión y a la protección de don Manuel Domingo i Sol.

 

Esta mañana, que Juan nos lo recordó muy de mañana, pues he tenido el gusto de llamar a don Vicente Lores [éste fue el superior de todos los Operarios, y gracias al cual se pudo obtener la casa de Modolell, propiedad de ellos] y a don Jaime Rovira, [sacerdote muy mayor que convivió en la casa de Modolell hasta octubre de 1990] y ambos se han puesto muy contentos de que les llamara para felicitarles en este día para ellos tan entrañable y tan gozoso, y decirles que en la misa que yo celebraría aquí, en esta capilla de su casa, pues pediríamos por todos los Operarios Diocesanos para que tengan muchas vocaciones, sigan con sus apostolados adelante en los seminarios, y también con ese buen ejemplo suyo de devoción al Santísimo Sacramento del altar, al Sagrado Corazón de Jesús y san José, y por supuesto a la Virgen María; y que ellos sean siempre para nosotros una guía para nuestro caminar, y que el beato hoy por hoy don Manuel Domingo i Sol sea un gran y afectuoso protector nuestro desde el Cielo.

 

Alfredo Rubio de Castarlenas

Homilía de 28 de Enero de 1991 en Modolell

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