Este mediodía hemos estado en Zaragoza y hemos escuchado la homilía del arzobispo de Zaragoza. Claro, había mucha gente, estaba lleno, lleno el templo. Y oír estas frases de Jesús, que cuando va su madre y sus hermanos, toda la parentela y van porque les dicen que no está bien de la cabeza, eso de salir a predicar por estos mundos y hacer las cosas que hacía Jesús de estar con los pecadores: ése está mal de la cabeza. Y lo van a buscar. Y Él dice: ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?, éstos, los que hacen la voluntad de Dios. Con lo cual parece que menosprecia a María, menosprecia a sus hermanos, y claro, dices que eso no puede ser, cómo va a menospreciar. Entonces en todos los sermones siempre dicen: no, no, no se asusten ustedes, porque nadie mejor que María era la que cumplía sus enseñanzas, luego ella…; en fin, van por ahí, y hoy el arzobispo también. Y entonces me dice Alberto que estaba al lado: ¿por qué siempre dicen todos lo mismo al oír este pasaje?, je, je… Y es verdad. Pero como nosotros ya lo hemos oído del arzobispo esta mañana, y vosotros este comentario también lo habéis oído tantas veces, podíamos pensar en las otras lecturas y en esta del evangelio también, a ver si en otros nos mueve a ver alguna cosa que nos llegue al alma.

 

Dice: Volvió Jesús a Casa. Bueno, ya vemos que no es la casa de su madre porque su madre sale de casa para irlo a buscar, no es la casa de sus hermanos –porque toda esta parentela se llamaban hermanos–, todos eran de la misma parentela– han salido para irle a buscar. Luego está en otra casa, y sin embargo dice a su casa, cuando él también dice que no tiene donde reclinar la cabeza, ¿Cuál sería esa casa que dice el evangelio, a casa? Parece que es en Cafarnaúm en casa de algunos amigos de Pedro que se reúnen allí; habría que ver el contexto del evangelio para ver exactamente dónde estaba Jesús. Bien, pues en esa casa que le prestan, como el cenáculo en que aquel amigo deja la casa para Jesús. Es decir, allí donde abren las puertas a Jesús, allí es su casa. En México que son tan finos, siempre dicen: está usted en su casa, y claro, en su casa, la casa que te reciben. Pues Jesús también; allí el corazón que le recibe, allí está su casa. De la misma manera que los que hacen la voluntad son su madre y sus hermanos y sus hermanas, la casa que también le recibe es su casa. ¡Qué hermoso! Ojalá que todos nuestros corazones sean siempre casa de Jesús.

 

Y se juntó tanta gente, que no le dejaban ni comer. Eso ya no está tan bien, ¡pobrecito!, o sea que hay que ser respetuosos con la gente, y por mucho que los queremos o les necesitemos hay que dejarles dormir y hay que dejarles que coman en paz y tranquilidad, ¡pobrecillos!

 

Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo porque decían –no lo decía su familia, decían la gente– que no estaba en sus cabales. Y entonces, claro, hasta la Virgen María, si le cuentan esto, podía pensar que qué le ha pasado, o sea, qué moscón le ha picado que a lo mejor se ha quedado un poco ido, o le han drogado, ¡pobrecillo!, y van corriendo a ver qué pasa.

 

Unos letrados de Jerusalén decían: tiene dentro a Belcebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios. Esos letrados siempre dicen tonterías siendo tan sabios, y Cristo, claro, les rebate con mucha lucidez. Sabéis vosotros que, a los locos en el Viejo Testamento, como no sabían mucho y la gente se ponía a hacer locuras, a hacer cosas raras, pues decían: están endemoniados. Hoy día habría mucha gente que están locos, pobres, y les dicen que están endemoniados porque tienen una esquizofrenia o lo que sea, o una psicosis. Y entonces ellos, como decían que estaba endemoniado, pues era lo mismo que decir que estaba loco. Y entonces Jesús con mucha lucidez les dice: ¿Cómo Satanás va a echar a Satanás?, Satanás no es tan tonto como para que un reino lo divida, se peleen entre ellos, porque entonces no subsisten. Una familia dividida no puede subsistir, un reino en guerra civil no puede subsistir. Aquí dos frases muy cortas pero que nadie las ve; un reino dividido en guerra civil no puede subsistir, porque se desmoronan las instituciones, se desmorona la riqueza, todas las estructuras económicas, se matan unos con otros, si son familia, hermanos, se matan, entonces eso es rencores, fuente de odios…, y entonces ¿Qué pasa?, que a un país así llega uno y se lo come, claro, no puede subsistir.

 

Parece mentira que, si, como decía Churchill, el sistema menos malo por ahora es la democracia, pero la democracia tiene partidos, unos que gobiernan porque tienen mayoría, otros son la oposición…

 

Alfredo Rubio de Castarlenas

Homilía de 5 de Junio de 1988 en General Vives, Barcelona

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