Me preguntaba Joaquín esta mañana que qué idea le podía decir para este Evangelio de Jairo. Y hemos charlado un poco sobre ello, lo que no sé es si lo ha predicado o no, ¿sí? ¿Cómo te ha ido? Bueno, pues podrías repetirlo ahora un poquito así levemente. Siéntate.
[Habla Joaquín Iglesias brevemente.]
Es curioso esas matizaciones que hace el Evangelio: «Yo te hablo.» Cristo es la Palabra, «yo te hablo», te estoy transmitiendo la palabra que traigo de parte de Dios, Yo, yo soy la Palabra, «levántate y anda». No solamente los apóstoles en el Nuevo Testamento, como dice Joaquín, que simboliza esta nueva época, este Nuevo Testamento de Cristo, no sólo nos hemos de poner en pie resucitados, llenos de vida. Pero bueno, y ¿qué?, la tenemos, no para estar mirándonos a nosotros mismos como aquel Dios que decía Aristóteles, sino «anda», es decir, sé misionero, «levántate y anda». Sin embargo, también les dice a los padres: «Dadle de comer.» Un poco eso es paralelo a la frase que dice Jesús cuando los discípulos en el cenáculo al verle resucitado decían: pero bueno, ¿es un fantasma, o una aparición, un sueño, una sombra? Y Él les dice: ¿tenéis algo de comer? Había sobrado pescado, y se lo comió: para que veáis que no soy un fantasma sino una persona humana resucitada. Pues así ante el pasmo, que se quedaron pasmados, les dijo: «dadle de comer», veréis que está muy bien y es ella misma, dadle de comer. Pero también «dadle de comer» porque aquel Jairo que quedó tan asombrado, tan agradecido y que tanta fe había tenido en Jesús, pues «dadle de comer» significa dadle como buen alimento todo lo bueno del Viejo Testamento. De este resto de Israel que eran ellos, recibían todas las promesas de Abraham que se cumplían en Cristo, todos los vaticinios de los profetas que se cumplían en aquellos momentos, tanta piedad y tanta bondad en los mandamientos de Cristo, que había que alimentar a esa niña, a esa Iglesia primera para que aumentara y pudiera recibir bien todo el nuevo mensaje. Esos matices son hermosos.
Pues que seamos todos un poco, o un mucho, como la hija de Jairo.
Alfredo Rubio de Castarlenas
Homilía de 17 de Junio de 1991 en la capilla de Modolell, Barcelona