En una frase que dice el salmo responsorial, primero de Samuel: mi corazón se regocija en el Señor, mi poder se exalta en Dios…, los hartos se contratan por el pan mientras lo hambrientos engordan…, y la mujer estéril da a luz siete hijos y la madre de muchos queda baldía. En esto último parece que hay un cierto contrasentido; primero habla de una mujer estéril que no puede tener hijos, y sin embargo dice que tiene siete hijos. Y siete hijos no quiere decir siete, sabéis vosotros que en la Biblia siete es un número de plenitud, o sea, tiene muchos hijos, todos aquéllos, siete, catorce, veinte, que puede cuidar con su corazón, que puede estar pendiente de ellos, etc. Y mientras la madre de muchos queda baldía. ¿Cómo puede ser esto?, si es una madre que tiene muchos hijos, no se puede decir que queda baldía, ¡si ya los tiene! ¿Qué querrá decir esto?
Fijaos que este salmo está en la misma misa en que luego nos habla el evangelio de la visita de María a santa Isabel. Ambas tienen el hijo milagrosamente, y volviendo al salmo, que siempre cuando se ponen esas lecturas tiene algo que ver con el evangelio, por eso las ponen, por eso las buscan. Vamos a pensar un poco más en este retazo que nos pone el salmo: la mujer que tenía muchos hijos queda baldía. No puede ser que quede baldía de los hijos carnales, porque ya los tiene, no es baldía. Baldía puede decirse que entonces es de otra clase de maternidad. Tiene muchos hijos, sí, pero queda baldía porque su maternidad se ha hecho mezquina, pequeña, solamente quizá ha atendido bien o mal, mejor o peor, quién sabe, a esos hijos suyos de la carne y se ha despreocupado de todos los hijos de Dios, no ha atendido con corazón maternal a la humanidad, en los problemas que la rodean, tantos niños o tanta gente que necesita de cuidados maternales: juventud, personas que sufren, personas marginadas, desamparadas, ancianos. Podrá tener muchos hijos, pero su corazón está baldío, su ternura maternal cuidándose nada más de los estrictamente suyos, más que una generosidad maternal era un egoísmo, un interés propio; ha quedado seco su corazón. Quizá su misma maternidad física le ha impedido abrirse a esa maternidad universal.
Figura de María, figura de santa Isabel; fueron madres milagrosamente la una y la otra, una es por estéril, la otra, como sabemos, misteriosamente por Dios engendradora de Dios hecho hombre…
Alfredo Rubio de Castarlenas
Homilía de 22 de Diciembre de 1988 en Barcelona