… nos ponen este trozo del Evangelio de San Marcos, [más bien el texto permanente que hay en el miércoles de ceniza es de San Mateo] en una manera muy semítica de hablar. Cristo repite machaconamente el mismo concepto aplicándolo a tres cosas diferentes: cuando des limosna, cuando ores, cuando ayunes, no lo hagas para llamar al aplauso de la gente, porque si lo haces así, por el aplauso de la gente, mira, ya tienes la paga que te corresponde; hazlo sin que te vea la gente, entonces Dios Padre te lo recompensará…

se portan allí donde están, sin respetos humanos ciertamente, y se postran de rodillas, con la cabeza hasta el suelo. No. No los critiquemos tampoco. Lo hacen de buena fe, se lo mandan.

 

Estos judíos que señala Jesús lo hacían así, tan públicamente. Allá ellos. Ahora, nosotros, claro que hemos de hacer a veces una oración común -estamos celebrando en estos momentos la Eucaristía-, es cierto, pero siempre hagámoslo con discreción, y, sobre todo, sin vanidad, porque entonces sí que no sirve para nada. Pero qué hermoso encontrar en este pasaje: cuando vosotros queráis orar, subid a vuestra habitación, y cerrad la puerta. Cuando recéis no seáis como los hipócritas, cuando tú vayas a rezar entra en tu cuarto, cierra la puerta y reza a tu Padre que está en lo escondido, y allí en lo escondido de la habitación, en soledad y silencio; y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Allí no te ve nadie, en la cartuja no te ve nadie, nadie te va a agradecer que hagas esto, nadie te va a obligar, no, pero allí en lo escondido donde no te ve nadie, es donde más puedes ser sincero con Dios, y Dios lo ve todo, aun lo más recóndito. Es decir, este pasaje que, para nosotros es tan claro de toda nuestra vida, pues comenzamos hoy en este miércoles de ceniza buscando profundamente para vivirlo siempre.

 

Alfredo Rubio de Castarlenas

Homilía de 17 de Febrero de 1991

Comparte esta publicación

Deja un comentario