A primera vista parece que no tienen mucha relación la primera lectura, del Cantar de los Cantares, y esta lectura del evangelio, y sin embargo cuando la Iglesia nos las pone juntas es porque alguna relación tiene. Fijaos que decía: el amado viene saltando por los montes, corriendo como un cervatillo para venir hacia mí. Bueno, el verdadero Adán, el verdadero padre y amante de todas las criaturas que existe es Jesús, es Cristo, que viene saltando por los montes como un cervatillo, como describen aquí, hermoso, es una gacela brincando por las colinas, saltando por los montes, es como un cervatillo. O sea que es hermosísimo. Y el diálogo que tiene él cuando llega a la tapia, llega a nuestra cercanía, a nuestra casa y atisba por las ventanas, observa por las rejas, mira por nuestros ojos hasta el fondo de nuestro corazón y, claro, ¿Qué nos dice a todas las criaturas?, las ama, las piropea: hermosa mía. Es decir, todos somos criaturas de Él. Y eso es lo que siente santa Isabel precisamente cuando ve que María viene y dice: bendita tú entre las mujeres, bendito el fruto de tu vientre, ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Reconoce que Jesús, el que lleva en sus entrañas María, es precisamente el Señor, el amante de todas las criaturas, de todas las personas, profundamente, que viene para estar con nosotros y nos dice: alegraos, la primavera empieza, la nueva época de la salvación comienza, el Reino de Dios ya está cerca. Se ve cómo ya empiezan a fructificar las vides y la higuera. La verdad es que yo nunca he visto flores en las viñas, quizá sí, pero yo nunca he visto las flores, no sé cómo son las flores de las viñas, casi hasta me sorprende que florezcan porque yo no las he visto nunca, tiene que florecer de alguna manera, a lo mejor crecen y ya se apuntan el fruto futuro; eso hemos de verlo. Bueno, sí, es una flor y tiene ya cada granito chiquitín o algo así. Bien, eso ya lo veremos. Pero realmente tiene relación una lectura con la otra: Cristo es el amado que salta por las colinas, que viene desde el Cielo hasta la tierra saltando gozoso, encarnándose en María, y la primera visita que hace después de María y de san José es a una pariente suya, una tía suya, santa Isabel, y al niño que lleva en sus entrañas, san Juan Bautista. Claro, toda la Creación se alegra, y Jesús se alegra de ver esta Creación que es obra de Dios Padre, es hermosa su figura, es hermosa su voz, tiene fe, por eso viene, por eso se entrega a la Creación, tiene fe en ella a pesar de que algunos equivocados le persigan, que luego desde la cruz dice: perdónales, no saben lo que hacen…, porque son tan buenos en el fondo, tan rectos, quieren la gloria de Dios, que si supieran lo que están haciendo, matarme a mí que soy el mensajero de Dios Padre, si lo supieran no lo harían, y son buenos; los disculpa, los ama. Él ya los ha perdonado, pide al Padre que los perdone también, porque está enamorado de la Creación y de las criaturas.

Pues bien, sepamos nosotros corresponder como una criatura más a este amor de Dios, a ese Dios que se ha hecho hombre precisamente para que nos pueda perseguir, le podamos ver, le podamos oír, que nos pueda escuchar en la oración.

 

Hoy he visto un letrero allí, en Madrid, en el cuarto donde dormía, que decía: en la oración es donde Dios Padre se revela. Pero la gente la ve como una palabra técnica, creen que es cuestión de arrodillarse, de rezar un padrenuestro, una avemaría…, eso es oración. Pero oración es conversar con Dios, hablarle y oírle, hablarle y escucharle, porque Él nos oye; la oración es conversar con Dios, y entonces en esa soledad y silencio hablar con Dios, conversar con Él, hablar, pero también oírle, claro, entonces se revela, en la oración se revela. Me decía Leto hoy viniendo en el coche: háblame un poco más de Dios Padre, cosas de Dios Padre. Le he dicho: hija mía, Dios Padre habla a cada persona según lo que le conviene a esta persona, de manera que es inútil; habla tú con Dios Padre y ya te dirá Él lo que quiere decir, ya te lo hará sentir, ya te lo hará ver; es inútil que tú quieras que yo te lo explique y así ahorrarte tú el trabajo de estar en soledad y silencio porque como te lo han explicado, pero no sirve para nada la explicación…

 

Alfredo Rubio de Castarlenas

Homilía de 21 de Diciembre de 1988 en Barcelona

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