Soneto con deje de asonancias y nostalgia

A Enrique Castillo, Secretario General Adjunto del CELAM, a su paso por Barcelona

 

Hoy vino a Barcelona un gran Castillo.

En su cálido verbo de huracán

las ideas de luz vienen y van

con un cierto –de ironía– regustillo.

 

En sus ojos vivaces hay un brillo

de santa perspicacia, con afán

de verlo todo claro; y ser Pan

de abnegada amistad, ya para un pillo

 

o ya para el amigo; se conoce

en esto al vero seguidor de Cristo

que aun con Judas dentro amó a los Doce.

 

Un breve terremoto en la Ciudad

el tal Castillo fue, visto y no visto,

¡que yo no sé si es sueño o realidad!

 

Alfredo Rubio de Castarlenas

 

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