… Evangelio de San Marcos bien extraño, primero por lo que dicen aquí de los discípulos, cómo tenían la cabeza tan cerrada de esas cosas, porque tenían su entendimiento ofuscado, y aún no habían entendido el milagro de los panes. Pues ¡qué cosa tan rara! Segundo, cómo a la gente nos ocurre esto, que tenemos una mente tan ofuscada que no entendemos estos milagros que nos cuentan, es decir, no entendemos ni en qué consisten exactamente, ni por qué los hizo Jesús ni qué quieren significar. Y muchas veces, cuando sentimos una cercanía de Dios, nos asustamos, creemos que son ideas fantásticas o raras y, como dicen aquí los apóstoles, creen que son fantasmas y se asustan. Y Jesús tiene que decir una y otra vez: no asustaros, soy Yo.

 

Bueno, realmente es un Evangelio para pensarlo despacio cada palabra, cada cosa, y aplicárnoslo para hacer. Está en medio del lago –el lago es el mal–, estamos en medio del mundo viéndonos Jesús cómo nos esforzamos por remar contra el viento, el viento huracanado, y Él siempre se nos acerca, y a veces con sensación de pasar de largo por respetar nuestra libertad, y se pone así, al alcance, para ver si le decimos algo.

 

Pues bien, que este Evangelio que nos resulta un tanto oscuro, sin embargo nos ilumine el alma. Amén.

 

Alfredo Rubio de Castarlenas

Homilía de Enero de 1991

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