… el estar pendientes de exámenes hoy y estos días. Siempre un examen es participar un poquitito en la cruz de Señor; pero participar en la cruz del Señor eso es también la verdadera alegría.
Os decía al principio de la misa Jordi…, bueno, yo se lo he indicado por los bajines, no tanto por los bajines de que también pidiera en esta misa, no sólo de acción de gracias por el viaje a China que hemos hecho Montserrat y yo [y María Lecea], sino también por el que vamos a hacer acompañado de Jesús y de Elisabet a América enseguida [A la Rep. Dominicana y Honduras]. Y antes de irme quería deciros dos palabras que puedan servir de meditación en nuestra ausencia.
Ciertamente hay que preparar la nueva evangelización y hay entonces que ver cuáles son las líneas maestras de lo que hay que hacer, y cómo hay que hacerlo y en qué consisten esas líneas maestras. Y, por ejemplo, una es rescatar este medio mundo que forman las mujeres. Si las mujeres no están en su sitio con plena plenitud, diría yo, de su ser, en medio de la sociedad y de la Iglesia, vana sería, o vana resultará toda evangelización.
Y lo mismo digo de recuperar a los laicos para que sean, con iniciativa y creatividad y responsabilidad, bautizados y misioneros, todo lo que el Bautismo significa. Que no rescatáramos a los presbíteros también de tantas cosas que están atando su plenitud de desarrollo en el apostolado.
Y hoy querría fijarme en una más de estas otras muchas líneas que quedan por explicar, o descubrir –mejor dicho–, y después tratar de explicar o realizar; otra línea que ésta, y me gusta decirlo a los pies de la Virgen María, y es esto: María es madre de la libertad. Por eso puede decirse que la Iglesia –de la cual María es figura, principio, germen…, todo–, la Iglesia es la patria de la libertad. Esto último que digo es una expresión muy querida de don Maximino Romero de Lema: la Iglesia es patria de la libertad. Lo es porque María es madre de la libertad, tanto que, al ser Inmaculada desde su concepción, nunca estuvo disminuida su plena libertad de hija de Dios. Eso nos ilumina para que una cosa que hay que rescatar, porque precisamente este mundo la tiene muy esclavizada en todos los aspectos, es la libertad, otra línea de fuerza de la nueva evangelización. Si no hacemos libres a la gente, les rescatamos de esa esclavitud del pecado y del mutuo pecado que es que unos dominan, otros son dominados, pero ésos a la vez dominan de otra manera a otros…, en fin, es un juego de esclavitudes, por miedo; porque si un esclavo deja de serlo, el señor que le dominaba deja de tener trabajo en dominar a este esclavo; y como la gente tienen miedo de dejar lo que constituía su modo de ser, porque dicen: bueno, y ahora ¿Qué hago yo?, si no tengo esclavos, ¿Qué hago? Y es lo que pasa con los varones y que en esta última Cena Hora Europea se planteó: si los varones –medio mundo– no dominan a las mujeres, si no somos de oficio dominadores porque ahora ya las mujeres no son esclavas, pues ¿Qué hemos de ser en el mundo? Y eso nos da una cierta angustia, perplejidad y un deseo de reencontrar nuestra nueva identidad en un mundo en el que no haya esclavos, ni mujeres, ni pueblos, ni tantas otras estructuras que esclavizan. Hay que devolver, hay que recatar la libertad para la gente, pero no una libertad endiosada, sin límites, como esa razón que creía que era una diosa razón. No, nuestra libertad hay que rescatar, humana y como hijos de Dios. Que, por ser humana, la nuestra, libertad a este nivel, tiene límites y los hemos de reconocer, y el primero de ellos es respetar la libertad de los otros, y que esa libertad de hijos de Dios, si bien no tiene límites porque es de Dios, sí también los tiene –y lo hemos de reconocer humildemente– porque el vaso que los recibe –nosotros– también somos limitados en lo sobrenatural, si no, seríamos dioses. Y no, somos hijos en Cristo de Dios. Rescatar la libertad; eso es un contenido muy largo de estudiar, mucho más de planear para qué podemos decir en una nueva evangelización sobre este punto. Pero sí que tenemos la confianza de que María Inmaculada, la mujer libre por excelencia, la única en la historia plenamente libre, redimida además por Cristo y elevada a Reina de Cielos y Tierra; a su vera también llegaremos nosotros y todos aquellos a los que podamos iluminar, llegaremos también a ser auténticamente libres, con plena libertad humana y con la libertad indefinida de hijos de Dios.
Alfredo Rubio de Castarlenas
Homilía de 28 de Marzo de 1993 en la Universidad de Barcelona