El confinamiento está provocando un triple efecto en la sociedad: conciencia sobre la importancia de las cosas pequeñas con foco en la vida cotidiana, valoración de la familia y el grupo de referencia que nos apoya de cerca, y también una mayor lucidez sobre la unidad planetaria de los seres humanos, para bien y para mal. Las tres dimensiones, como círculos concéntricos, son complementarias y auténticas; y nos conducen a una corresponsabilidad en lo pequeño, lo mediano y lo grande.

Estar 24 horas al día en el mismo ambiente y sin poder acercarnos a los seres queridos en una pérdida (por ejemplo, cuando alguien cercano muere), nos hace calibrar la salud, la importancia del abrazo, del llorar juntos. El sol de primavera nos hace anhelar algo tan simple como salir a dar un paseo por el parque; un cumpleaños celebrado por videoconferencia nos hace patente el valor de reunirnos físicamente para comer juntos y celebrar… Este progresivo valorar lo más inmediato de la existencia, lo más cercano a nuestro cuerpo, el cara a cara, es un paso importante para una sociedad hasta ahora volcada en lo accesorio, lo superfluo, lo aparente.

La familia extendida y los grupos intermedios crecen en valor a nuestros ojos. Las ayudas y el soporte son mucho más fáciles si las familias y comunidades o grupos están vivos y articulados. ¡Y qué tremendo es este momento para quien no tiene este espacio social inmediato de referencia!

También crece la conciencia sobre nuestra vinculación con todos los seres humanos del planeta, sin que importen las fronteras, la raza, el género… En la sociedad global en la que vivimos, interconectada de mil maneras, queda más evidente que nunca que las decisiones de unos cuantos impactan en la vida de todos. Cualquiera puede contagiarse, cualquiera puede contagiar. Eso sí, con la particularidad de que las personas mayores son mucho más vulnerables que los demás.

¿Qué podemos hacer las personas “de a pie” con todas estas experiencias? ¿Realmente están en nuestras manos algunas acciones que ejerzan un efecto positivo, de algún modo, en el conjunto de la sociedad?

A mi entender, podemos mucho, al menos en dos aspectos:

  1. En el nivel pequeño:

a. Mantenernos saludables y seguir los protocolos de prevención para evitar contagios (confinamiento, distancia física, higiene, mascarillas para salir, limpieza de los artículos comprados…)

b. Profundizar en nuestra espiritualidad y reencontrar las propias raíces personales, estabilizándonos y reduciendo el estrés.

c. Proteger especialmente a nuestros mayores. Con prevención específica y también con actividad física, alimentación adecuada, etc.

d. Con las medidas de distancia social cuando salimos ocasionalmente, etc.

e. Acompañar a las personas más solitarias o que puedan tener dificultades especiales por su edad o condición.

  1. En el nivel intermedio:

a. Si somos parte de instituciones, asociaciones o grupos, participar de manera consciente en la reflexión interna para lograr no sólo ayuda mutua y servicios a la sociedad, sino también opinión interna y si es el caso, propuestas a la administración pública.

b. Participar en esas propuestas de manera corresponsable para que a la sociedad no le falte la aportación de los cuerpos sociales intermedios.

  1. En el nivel amplio:

a. Estar debidamente informados (ni con exceso ni con defecto)

b. Evitar las cadenas y sobrecarga de las redes, y por supuesto evitar la difusión de noticias alarmantes y falsas

Nuestra participación consciente es importante, aunque parezca que somos una gota de agua en el océano. El océano está formado, precisamente, de gotas aportadas por mucha gente. Sin esa gota, el océano sería más pobre.

Leticia Soberón

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