Soneto desde el aire
Al compañero fiel Guillermo Brossa
al término feliz de nuestro viaje,
mientras vemos tan sólo azul paisaje,
quiero darle las gracias con mi glosa.
Sé que a veces he sido dura losa
en nuestro bogotal peregrinaje.
Y no hay dificultad que él no encaje,
aún las noches que fueron rumorosas.
Vencedor de ronquidos y pesares
humilde se tornaba en amistad
convirtiendo el dolor en bien a mares.
Guillermo Brossa, Ángel de la Guarda
por océanos, campos y ciudad.
¡En la tierra el Cielo ya te aguarda!
Alfredo Rubio de Castarlenas