(en “el hombre a solas”) ֎
Dormido en la penumbra
ya no siento que existo,
pero sigo existiendo,
y el reloj a las siete me despierta.
Cuando muera
tampoco sentiré que sigue mi existir
hasta que me despierten
quien sabe el meridiano.
Pero todo –yo mismo–
será muy diferente,
sin dejar de ser lo que éramos
seremos lo que aún no somos.
(La luz nos atraviesa
y se hace osamenta y nervadura
y el pensamiento es una misma cosa
con nuestro corazón
que ama sin latido
aunque ama más que nunca
incluso sin saberlo).
Oh sueño de la muerte
más plácido que ningún otro.
Deseo abandonarme a ti
tan confiado como un niño bueno.
Sé que es un don seguir aún luego en la existencia
como fue un don también, haber nacido.
Alfredo Rubio de Castarlenas